domingo, 17 de febrero de 2013

Resúmenes Sociología del Trabajo Parte 4


En la asignatura de Sociología del Trabajo del primer cuatrimestre del Grado en Sociología de la UNED curso 2012/13, algunos compañeros realizamos los resúmenes de los capítulos de la bibliografía obligatoria. Derechos reservados, sus autores.

Tema 1.- La educación profesional para el empleo - Antonio Jesús Acevedo Blanco // Tema 2.- Para una definición social de la juventud  Tomás Javier Prieto González y Ruth Cardedal Fernández // Tema 3.- La ocupabilidad en la familia María Lourdes Ruiz Garde // Tema 4.- Dinámica de la desocupación  Irene Ibañez Sánchez // Tema 5.- Elementos de contexto Blas García Ruiz // Tema 6.- La temporalidad, pacto intergeneracional o imposición Pedro Medina Charavia // Tema 7.- Biografías laborales por sexo y nivel de estudios  Victoria Aguilera Izquierdo // Tema 8.- Dinámica laboral de la inmigración en España Tomás Javier Prieto González



La emancipación de los jóvenes en España

Tradicionalmente la situación de los individuos en la sociedad ha estado dividida por clases sociales y de sexo. Las edades marcaban un camino que las cohortes sucesivas recorrían en una repetición de las pautas establecidas. En la España actual esas edades van siendo un elemento de creciente desigualdad de oportunidades y de posición respecto a la obtención de recursos y de derechos.

Ser joven es estar adquiriendo la dimensión social de las posiciones personales básicas. Relaciones que van configurando una red cuyos nodos son los lugares sociales en los que se instalan o integran los que al hacerlo se convierten en miembros adultos de la sociedad. Cada lugar social es un espacio en el que es factible la vida social. Una vez ocupado, probablemente se mantendrá durante la mayor parte de la vida.

Los jóvenes se enfrentan a la tarea de instituirse como personas sociales invirtiendo los recursos de los que disponen en esa autoconstrucción. Esta ocupación a tiempo completo permite considerarla como un segundo nacimiento. Ese nacimiento social las instituciones procuran a los jóvenes unas condiciones de libertad provisional que favorecen la adaptación colectiva y la acomodación en una sociedad cada día más compleja.

Esta complejidad fuerza a una preparación más extensa, y esa formación se prolonga retrasando la integración social que así se convierte en una tarea que exige más dedicación. Las generaciones anteriores no son ajenas a la responsabilidad de una parte apreciable de este retraso.

Se podría hablar de un segundo crecimiento:

·      El primero se da durante la infancia que es el período vital de crecimiento interno; las relaciones sociales básicas le vienen dadas al individuo por la familia y por la enseñanza primaria.
·      El segundo crecimiento de la juventud es externo y consiste en la adquisición del espacio social exterior. Los componentes son:
La formación; la titulación como forma de apropiación de los conocimientos y reconocimiento público.
El empleo; como ocupación del tiempo; la obtención de recursos y como medio para alcanzar la autonomía económica.
La pareja como formalización de relación de convivencia y/o reproducción.
El domicilio autónomo como territorio físico; lugar de referencia en el que la persona social es localizable; como sede de la empresa reproductiva.

El medio ambiente social en el que se desarrolla esta transición es el grupo de amigos. El aprendizaje de las relaciones tiene en la amistad un espacio privilegiado en el que cabe la prueba y el error; se definen los límites de la confianza.

La edad biológica es la que marca la inserción de las personas en cada momento histórico, se pueden considerar otras edades; cada individuo accede a un estado distinto. Los electos sociales que los jóvenes adquieren delimita en su logro una forma de emancipación y un nuevo espacio de interacción.

En todos los procesos es posible definir un punto de inflexión típico que es aplicable a una amplia mayoría de las biografías personales. Por ejemplo, la salida de los estudios reglados, como fin de la escolarización, marca un punto biográfico a  partir del cual comienza el tiempo para trabajar. Los años cumplidos desde entonces se podrían denominar edad potencialmente activa. La edad laboral como tiempo transcurrido desde el primer empleo o desde la consolidación en el mismo, es un factor casi tan determinante como la edad biográfica.

En las dos últimas décadas el retraso medio de los jóvenes en la entrada a la primera ocupación supera lo dos años. La influencia del paro y la temporalidad un mínimo de seis años. Los varones españoles cuentan con una media de seis años menos de experiencia laboral consolidada respecto a sus antecesores.

La extensión de los estudios profesionales se ha efectuado llevando las universidades a las puertas de sus casas; un modelo de emancipación de los estudiantes contrario al vigente en Europa y EEUU. Mientras que en esos países los estudios profesionales son el camino de la emancipación familiar y domiciliar, en España son a la vez causa y efecto de la prolongación de la dependencia doméstica de la familia de origen.

La emancipación familiar entendida como fin de la convivencia con el padre y la madre a comienzos de 1992, las mujeres menores de 23 años ostentan el dudoso récord de ser las menos emancipadas del siglo. A partir de los 30 años de edad, un cumplimiento de la emancipación de sus padres muy semejante al mayor del siglo. Conviven simultáneamente las mujeres con menos emancipación familiar y las que lo han hecho de forma más temprana, más rápida y más intensa durante todo el siglo. Esto acentúa las diferencias y crea una situación objetiva y una percepción subjetiva de clara desigualdad entre generaciones casi sucesivas. Entre los varones la situación es semejante con la excepción de que los que tuvieron que emanciparse durante la guerra o en la posguerra.

Los jóvenes han encontrado en la prolongada convivencia con sus padres un modo cotidiano de un confort material muy superior al que podrían adquirir fuera de ese escudo frente a las dificultades que es el hogar familiar, La tolerancia de los padres les permite mantener unas cotas de libertad muy superiores a sus antecesores. Que las nuevas generaciones consigan más y mejor formación cultural y profesional que sus mayores abona la democratización de las relaciones paterno-filiales.

La baja cualificación de los mayores y la debilidad del sistema productivo que heredó la democracia ha sido necesario proteger a los trabajadores adultos de una competencia juvenil que podría haber expulsado del empleo a una generación entera en una reconversión social de proporciones incalculables. A partir de 1984 se mantuvieron los contratos indefinidos mientras se reducían los derechos de los nuevos contratados. Ha conducido a una distribución de la antigüedad en la que abundan los asalariados de muy larga permanencia y los recién contratados, mientras que la proporción de trabajadores con una antigüedad de 4 a 8 años es de las más reducidas de Europa. La desigualdad formativa se ha visto compensada por esta desigualdad de derechos y ha producido la igualdad de situación.

La mejora del nivel medio de los puestos de trabajo viene a resultar otra dificultad añadida respecto a integración laboral inicial. Los jóvenes no encuentren posiciones de bajo nivel dificulta su primera inserción. La cualificación sigue siendo un activo importante para conseguir y mantener el trabajo.

El estudio de los efectos de esta cualificación sobre la emancipación muestra que las distintas edades median en gran medida su influencia; los mayores niveles de estudio son un factor positivo para la emancipación, aunque en mayor grado para los varones que para las mujeres. Más compleja es la influencia de la clase social de origen, cuyo efecto sobre la emancipación de las mujeres es prácticamente nulo cuando se controlan sus edades, sus estudios y su situación en la actividad. Entre los varones esta influencia es apreciable.

La temporalidad de los contratos de los jóvenes ha impedido a el acceso a una vivienda. La nutrida presión fiscal sobre los salarios ha impedido la adquisición de sus domicilios. El efecto de constricción sobre el mercado de los alquileres ha cerrado el círculo de la dificultad de logro de una casa donde vivir autónomamente para los jóvenes.

Tanto el matrimonio como la cohabitación se retrasan. La confluencia del paro, de la prolongación de los estudios, de la inestabilidad laboral, del alto precio de la vivienda impide a muchos al emancipación y con ella la formación y la consolidación de las parejas.

La nupcialidad cae. Y como el no casarse no es una opción alternativa a la de vivir juntos, la falta de formación de parejas hace que no aumenten ni los hijos legítimos ni los habidos fuera del matrimonio tal como sucede en los países nórdicos gracias al apoyo del Estado. Cuando en España la mitad del PIB se gasta a través de las Administraciones Públicas para cubrir las necesidades existentes, los jóvenes no obtienen apoyo salvo para estudiar, y se dedican a ello masivamente. Mientras, la emancipación y la reproducción pueden esperar. En 1996, España es el país con la fecundidad más baja del mundo.

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