Artículo de Rosalía Sánchez publicado el 13/03/2014 en El Mundo
Reinhard Marx. Efe |
Que el nuevo
presidente de la Conferencia Episcopal alemana se apellide Marx tiene la fácil
lectura de un designio de los tiempos. El arzobispo de Múnich y cardenal
Reinhard Marx, uno de los benjamines de la Conferencia Episcopal alemana,
acaba de convertirse en su presidente, instalando a una de las iglesias
católicas más influyentes de Europa en línea directa con el Papa Francisco.
"Considero
muy positivo estar en un contacto tan estrecho con lo que está pasando en Roma",
ha dicho inmediatamente después de su nombramiento, en la Asamblea de Primavera
que los obispos alemanes celebran en Münster, respecto a que compatibilizará
el cargo con la pertenencia al Consejo de ocho cardenales designados por Francisco para ayudarle a reformar la curia romana.
"No hay que mezclar las dos cosas, son tareas diferentes, cada una con sus
exigencias, pero lo importante es que estamos juntos, en la Iglesia Católica.
Alemania, en Europa y en el mundo, tiene algo que decir", ha anunciado en
su presentación.
Hijo de un
sindicalista, fue ordenado cardenal por el
Papa Benedicto XVI, que en varias ocasiones ha expresado su
enorme respeto por él como teólogo y como sociólogo. Su tesis de doctorado
versó sobre "¿La Iglesia es diferente? Posibilidades y métodos de un modo
de ver sociológico", aunque si por algo es conocido en Alemania es por
su libro, que jugando con su propio apellido tituló "El Capital".
Publicado en 2008, sorprendió por su aguda y en cierto modo profética reflexión
sobre la crisis del capitalismo. En él adelantaba muchos de los males que están
viviendo hoy las economías en crisis, proponía una reforma
"sensata" de los sistemas financieros y defendía que "el
capitalismo se vuelve contra el hombre cuando cede a la corrupción, cuando
se deshumaniza y se vuelve insolidario e injusto, hasta el punto que no conoce
moral ni tiene futuro".
Un gran
tirón mediático
Tiene un
gran sentido de la Iglesia europea y su papel en el mundo. Desde marzo de 2012 es presidente de la Comisión de las
Conferencias Episcopales de la Comunidad Europea, después de haber sido vicepresidente.
Y sobre todo tiene un gran tirón mediático. En su primera comparecencia ante la
prensa, ha bromeado con los periodistas diciendo: "Si tengo que hacer
todo lo que ustedes han escrito en los periódicos, estoy arreglado",
al tiempo que constataba que "los medios de comunicación acompañan a la
Iglesia en este camino con su mirada crítica y con una gran curiosidad por lo
que estamos haciendo. Gracias por esa curiosidad, a veces incómoda pero muy
necesaria".
En sus
primeras horas como presidente de la Conferencia Episcopal se ha limitado a dar
un mensaje de continuidad en asuntos como la gestión de la crisis del
Obispado de Limburg y los abusos por parte de miembros de la Iglesia. Pero
sabe de la importancia de su figura, en el foco de la atención pública, como
medida de los cambios de que es capaz la Iglesia católica. "Hay un gran
interés por el papel de testigo que realiza la Iglesia en esta sociedad plural.
Y el interés es especialmente grande en asuntos como la homosexualidad, las
parejas divorciadas... pero en esta pluralidad, tal y como está entendiendo
también la Iglesia Evangélica, necesitamos una fuerte voz del Evangelio. Y está
claro que sin una visibilidad concreta de la Iglesia en la sociedad, de la Fe y
del mensaje del Evangelio, será mucho más difícil".
No hay comentarios:
Publicar un comentario