María Soledad Velasco
trabajaba como cocinera en un restaurante cuando tuvo que dejar su puesto para
cuidar a su madre, enferma de alzhéimer, y a su hermano, que padecía una
discapacidad intelectual. En Málaga, Patricia Martín redujo a una hora su
jornada laboral debido a la recaída de su hija Idaira de la grave enfermedad
que sufre. Un estudio
del Centro Reina Sofía alerta sobre el aumento de la feminización
del cuidado: muchas mujeres que habían salido al mundo laboral vuelven a
casa con la crisis para ocuparse de la atención de familiares dependientes.
La tendencia, según los
redactores de la investigación, se agravará en los próximos años debido a la
crisis económica, la reducción de políticas sociales y otros factores
demográficos, como el aumento de la longevidad de la población. "Esta
tendencia no es nueva, pero la crisis la está consolidando", apunta
Almudena Fontecha, secretaria de Igualdad de UGT.
María Soledad Velasco
barajó varias opciones antes de dejar su puesto, en mayo de 2012. Tras algunos
intentos frustrados de contratar a un asistente en casa, ella pasó a cuidar de
su familia a tiempo completo. La opción de una residencia quedaba descartada
por el precio. "Además, ¿qué hacíamos con mi hermano? Por edad podría
haber estado en algún centro para la tercera edad, pero tenía el comportamiento
de un niño", cuenta con voz contenida al otro lado del teléfono.
El informe "La
sombra de la crisis. La sociedad española en el horizonte de 2018",
elaborado a partir de las opiniones de 11 expertos en varias ramas de las
ciencias sociales, critica de manera especial la reducción de las ayudas
sociales, especialmente aquellas
destinadas al apoyo a la dependencia.
El hermano de Velasco
falleció en diciembre de 2012 sin que le llegase ni un euro de las ayudas a la
dependencia que tenía reconocidas desde hacía más de un año. "En agosto de
2013 nos pidieron la cuenta bancaria en la que ingresar la ayuda. Nos han dicho
que nos darán el dinero que le correspondía a mi hermano desde la concesión
hasta su muerte", explica. Aún siguen esperando que la Administración
les abone el importe.
"La sombra de la crisis"
también alerta de que la coyuntura de austeridad afecta más a los hogares con
menos recursos que no puedan permitirse el pago de guarderías o de cuidadores
profesionales, lo que agravará la alta
desigualdad social que crece en España.
Varios factores perpetúan
el rol de cuidadoras
Según Almudena Fontecha,
las mujeres son las que continúan abandonando su empleo por las tareas de
cuidado. "De siempre se ha creído que era una ocupación para las mujeres,
pero el aumento de políticas sociales había permitido que se incorporasen al
mundo laboral. Una vez que se han suprimido, vuelven a ser ellas las que
regresan al hogar porque el cambio no ha sido social".
Constanza Tobío Soler, catedrática
de Sociología en la Universidad Carlos III y una de las expertas participantes
en el informe, destaca también la eliminación de aquellas medidas destinadas a
la inclusión de los hombres en los cuidados familiares. "Se suponía que
para 2013 el permiso de paternidad iba a ampliarse de 15 a 30 días –explica–,
pero la crisis terminó con ese tipo de políticas".
Ante una situación de
necesidad de cuidados, la brecha salarial entre hombres y mujeres contribuye a
que sea la mujer la que deje su puesto de trabajo o reduzca su jornada. UGT
constató recientemente en un informe a partir de datos de la Encuesta Anual de
Estructura Salarial de 2011 (publicada en 2013) que las mujeres
siguen cobrando menos que los hombres: un 22,9% de media, 0,5
puntos más que el año anterior.
La conciliación laboral y
la posibilidad de acceder a horarios a tiempo parcial pueden parecer una
oportunidad, pero algunos economistas alertan de la necesidad de que se ofrezcan
en igualdad de condiciones a hombres y a mujeres. Es el caso de María Pazos,
coordinadora del departamento de Fiscalidad y Género del Instituto de Estudios
Fiscales. "Estamos perdiendo gran parte del potencial productivo de las
mujeres y del potencial cuidador de los hombres", apuntaba en una
entrevista en eldiario.es.
La realidad actual es que
el número de mujeres empleadas a tiempo parcial es mucho mayor que el de los
hombres. Un 26,3% de las mujeres ocupadas (más de dos millones) lo están en
estos puestos de horario reducido, frente a un 8% en el caso de los hombres,
según los datos del último trimestre de 2013 de la Encuesta de Población Activa
(EPA).
Más significativos son los
motivos por los que se acogen a este horario. El motivo más habitual entre las
mujeres es no haber encontrado trabajo a tiempo completo, seguido del
"cuidado de niños o de adultos enfermos, incapacitados o mayores" y,
en tercer lugar, no querer un trabajo de jornada completa. En cambio, para
ellos el cuidado de familiares es el último motivo entre todos los
posibles.
Mujeres excluidas o
personas desatendidas
Patricia Martín se acogió
a la reducción de un 99% de su jornada como auxiliar administrativo cuando le
dieron la peor noticia de su vida: los médicos diagnosticaron a su hija Idaira
una atrofia muscular espinal de tipo 1 y le dieron una esperanza de vida de
unos dos años. Debido a esta grave enfermedad rara, la pequeña requiere
atención las 24 horas. "Decidimos que fuese yo la que redujese su jornada
porque mi marido es autónomo".
Martín, de 28 años, admite
que a veces piensa en las consecuencias personales y profesionales de la
dedicación absoluta a su hija, pese a ser lo que más desea en estos momentos.
"Soy joven y tengo toda la vida por delante, pero es cierto que voy a
tener un parón en mi trayectoria. Cuando estaba aprendiendo más cosas, lo he
tenido que dejar". María Soledad, a sus 58 años, ve "muy
difícil" que la contrataran en algún sitio si dejase de cuidar a su madre.
Según los últimos datos
del Ministerio de Empleo, el número de mujeres desempleadas sigue siendo mayor
que el de hombres: 2.477.864 frente a 2.334.622. A pesar de la
reducción del paro en febrero, el desempleo femenino creció muy
ligeramente. Almudena Fontecha advierte de que las contrataciones son en su
mayoría de hombres y que, debido a la precarización del trabajo, también ellos
se están apuntando al empleo de jornada a tiempo parcial.
El estudio alerta de que
"se reforzará su doble dependencia familiar [la de las mujeres], en cuanto
cuidadoras y en cuanto marginadas del trabajo asalariado, al cual no
conseguirán dedicar mucho de su tiempo".
Constanza Tobío considera que
habrá otra consecuencia negativa respecto al cuidado. "Hay hogares en los
que no se pueden permitir que un miembro no trabaje y lo que va a suceder es
que, como tampoco podrán pagar guarderías ni residencias, las personas
dependientes quedarán desatendidas. En estas situaciones –concluye–, nos
encontraremos con niños y ancianos solos en casa".
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