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La sombra de la crisis
será alargada. Más pobreza, más desigualdad y menos políticas sociales.
Es el panorama que dibuja el Centro Reina
Sofía sobre Adolescencia y Juventud, un ente promovido por la
Fundación de Ayuda a la Drogadicción (FAD), en su estudio "La
sombra de la crisis. La sociedad española en el horizonte 2018".
"La crisis va a dejar
una serie de constantes que no se disolverán con las mejoras de la economía.
Dejará una sociedad totalmente distinta", apunta Ignacio Calderón,
director general de FAD.
El Centro Reina Sofía ha
intentado medir desde febrero a octubre del año pasado cómo está cambiando el
contexto social en la sociedad española. Para ello, han elaborado el informe a
través de las opiniones de 11 expertos en varias ramas de las ciencias sociales
que pertenecen a distintas universidades e instituciones, como la Universidad
Complutense de Madrid, la Autónoma de Barcelona y el Consejo Superior de
Investigaciones Científicas (CSIC).
"La FAD se ha
involucrado en medir estos indicadores sociales porque nos hemos dado cuenta de
que el contexto social es determinante en el consumo de drogas", dice
Ignacio Calderón. El estudio expone dos tendencias predominantes: la crisis
económica dejará a las familias sumergidas en una situación económica más
precaria y las movilizaciones sociales se multiplicarán como una respuesta
ciudadana alternativa a la política tradicional. "No se trata de
conclusiones determinantes, pero sí de proyecciones razonadas y razonables a
las que hay que atender", indica Eugenio Megías, director general del
Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud.
El foco, en los jóvenes
Las nuevas generaciones
protagonizan una gran parte de las conclusiones del informe. "El estudio
no presenta un futuro fácil", expone Megías. Los jóvenes españoles ya sufren la
tasa de desempleo más alta de la Unión Europea, de un 57,7%,
según los datos de la oficina estadística europea Eurostat, y las perspectivas
no son mejores, según los expertos.
En cinco años, "la
trayectoria laboral fragmentada y de mala calidad de los trabajadores influirá
negativamente en sus derechos sociales", apuntan. Sus previsiones estiman
que en 2018 la tasa de paro seguirá por encima del 20%, a pesar de que se
reducirá la población activa en España (sobre todo por el aumento de los
mayores de 65 años).
La falta de trabajo
provocará un incremento de las familias intergeneracionales. Abuelos,
padres e hijos compartirán techo por necesidad. Distinguen tres situaciones
predominantes: personas de tercera edad que no pueden permitirse una residencia
y viven con sus hijos, jóvenes que no pueden independizarse ante la falta de
empleo (o que habiéndolo hecho en el pasado no pueden pagar el alquiler o la
hipoteca) y las familias monoparentales que regresan con sus padres.
En términos generales,
"las rentas reales de los hogares se reducirán de forma
considerable", dice Megías. Sin embargo, este estudio prevé que aumentará
la brecha entre ricos y pobres. "Aumentará el número de familias en
riesgo de exclusión social o de pobreza extrema", señala.
Estas proyecciones son
especialmente alarmantes en España, ya que somos el país de la
OCDE en el que más ha aumentado la desigualdad entre 2008 y 2012. De
hecho, Oxfam
calculaba recientemente que los 20 españoles más ricos tienen el
mismo dinero que el 20% con menos ingresos, y la ONG Save The Children ha
cifrado en 2.500.329 el número de niños
españoles (29,9%) que viven en hogares con ingresos bajo el umbral de la
pobreza relativa.
"Habrá una mayor
complicidad generacional", afirma Megías. Los expertos estiman que las
relaciones entre familiares se reforzarán debido a esta convivencia forzosa.
"La familia será el colchón fundamental para sobrevivir a la crisis",
lo que provocará, según Megías, que ocupe un lugar destacado frente a las
instituciones: "La familia cubre la ineficiencia de lo público".
Además, se abren
tendencias preocupantes en cuanto a la desigualdad de género: las
mujeres serán las que asuman el mayor peso de las responsabilidades del cuidado
de sus ascendientes y descendientes. Aumentará el número de mujeres a cargo de
sus padres y sus hijos, acentuado por la creciente longevidad de los ancianos,
la disminución de las políticas sociales para la dependencia y el retraso de la
emancipación de los jóvenes.
El informe arroja un dato:
en 2018, el porcentaje de mujeres de 18 a 34 años que viva con sus padres se
situará a 10 puntos por encima de la media europea.
Los jóvenes responderán
fundamentalmente de tres formas ante esta situación: continuarán su formación
(aunque el informe apunta que no conseguirán materializarla en puestos de
trabajo adecuados a sus titulaciones), emigrarán más al extranjero y se involucrarán
de forma activa en los problemas sociales.
Una eclosión social fruto
de la precariedad
Todas estas perspectivas
tendrán la calle y las plataformas de la sociedad como vía de escape. El Centro
Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud habla de jóvenes "líderes"
de estos movimientos, que serán "constantes y de toda clase".
"Se pasará del joven pasota al activista comprometido". El director
general del centro considera que, aunque no se prevén revueltas violentas, las
reivindicaciones sociales serán permanentes, que "no es poco estallido
social" en su opinión.
"Podemos decir que
todos estos movimientos que se han llamado 'mareas' tienen su origen en el
15M", sostiene Megías. Hay varias tendencias que coinciden con manifestaciones
del movimiento fraguado en Sol en mayo de 2011.
"Asistiremos a un
rápido declive del bipartidismo y a una proliferación de distintos movimientos,
plataformas y candidaturas asamblearias que se resistirán a denominarse
'partidos'", explica. En opinión de los expertos, las consecuencias de la
crisis alejarán a los ciudadanos de los partidos tradicionales y de la
participación electoral. "Los más fieles a la 'vieja forma de hacer política'
serán la población de mayor edad, que los convertirá en objetivo electoral de
los principales partidos políticos", señala Megías.
Calderón y Megías apuntan
que todas estas perspectivas "tan poco alentadoras" deben servir para
actuar. "No está todo perdido. Hay que reconstruir un modelo institucional
capaz de atender las necesidades de la población". Pero la respuesta debe
ser rápida. Las recomendaciones del futuro que presenta el estudio son de
carácter urgente: "Si no se actúa ya, la brecha social será muy difícil de
acortar en los próximos 15 años", calcula Megías.
Por ello, les preocupan
las políticas cortoplacistas y los recortes en partidas sociales. "Les
tiene que quedar claro a las autoridades que no se puede lanzar un salvavidas a
unos pocos. O salvas a todos, o no salvas a ninguno. La ruina no afectará sólo
a los más pobres. Será compartida", apunta. Por último, añade la
irresponsabilidad de olvidar cómo hemos llegado hasta aquí: "El modelo
financiero está en crisis y asumirlo es un paso fundamental para plantear una
alternativa viable y sostenible".
Artículo de Laura Olías publicado en eldiario.es el 06 de febero de 2014.
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