En la
asignatura de Psicología Social (Sociología/Antropología) del segundo
cuatrimestre del Grado en Sociología de la UNED, algun@s compañer@s realizamos
un trabajo coral; resúmenes del libro Introducción
a la Psicología Social de Gaviria Stewart, Elena et alia, bibliografía básica de esta asignatura. Quiero agradecer
el esfuerzo, compromiso y dedicación desplegado por tod@s. Derechos reservados,
sus autores.
Tema 1 (Capítulo 1) ¿Qué
es la Psicología Social? Jon Zubia
Hurtado// Tema 2 (Capítulo 5) Actitudes
– Mª Carmen Rego Martínez // Tema 3 (Capítulo
6) Influencia, persuasión y cambio de actitudes José Bargallo Rofes // Tema 4 (Capítulo 8) Conducta de ayuda Jesús
Ángel González Dela Osa // Tema 5 (Capítulo
9) Contribuciones de la Psicología Social al estudio de la agresión Mónica Platero Angulo // Tema 6 (Capítulo 10) Estereotipos – Víctor
Riesgo Gómez // Tema 7 (Capítulo 11)
El estudio psicosocial del prejuicio Julio Monteagudo Diz // Tema
8 (Capítulo 13) Procesos grupales y relacionales intergrupales Tomás Javier Prieto González // Tema 9 (Capítulo 14) Aplicaciones de la
Psicología Social Jesús Ángel
González Dela Osa
INTRODUCCIÓN
La conducta
prosocial, la conducta de ayuda y el altruismo han captado la atención de los
psicólogos sociales desde hace décadas. Existen tres niveles de análisis para
organizar la información: 1) el “nivel
micro”, centrado en conocer el origen de las tendencias prosociales; 2) el “nivel meso”, cuyo centro de interés es
la conducta de las personas que dan o reciben ayuda dentro de un contexto
interpersonal específico; 3) el “nivel
macro”, que incluye las conductas prosociales que se dan en un contexto
grupal y de organizaciones de cualquier tipo.
HISTORIA
DEL ESTUDIO DE LA CONDUCTA DE AYUDA DESDE LA PSICOLOGÍA SOCIAL
William McDougall |
En 1908,
William McDougall examinó en un manual el impacto ejercido por las variables
sociales en el comportamiento. Una de esas variables era la conducta prosocial.
Afirmaba que dicho comportamiento se producía como consecuencia del instinto
parental. Sin embargo, debido a que la corriente dominante en aquella época era
el conductismo, la idea de una causa interna no observable, como el instinto,
no tuvo mucho eco en la disciplina. No fue hasta los setenta cuando se
comenzaron a escribir monografías sobre el tema, y hasta mediados de los
ochenta cuando el altruismo y la conducta de ayuda empezaron a aparecer como
áreas de interés en los manuales de Psicología Social.
CONCEPTOS
BÁSICOS: CONDUCTA PROSOCIAL, CONDUCTA DE AYUDA, ALTRUISMO Y COOPERACIÓN
Los términos
“conducta prosocial”, “conducta de ayuda” y “altruismo” se utilizan con
frecuencia de forma intercambiable. Sin embargo, hay diversas características
que los distinguen. Conducta prosocial
es un término general que se refiere a todos los comportamientos que benefician
a los demás, gracias a los cuales la sociedad funciona mejor. La conducta de ayuda es más específica. Es
cualquier acción que beneficia o mejora el bienestar de una o varias personas
en particular. El altruismo es mucho
más concreto. Tendría un componente adicional a las conductas prosocial y de
ayuda, y es que la motivación de la persona que realiza la ayuda se caracteriza
por el énfasis en las necesidades del otro. Una conducta altruista es una
acción que proporciona beneficios a otro sin la expectativa de recibir nada a
cambio. La cooperación incluye a dos
o más personas que trabajan conjuntamente hacia una meta común que les
beneficiará a todos.
La cooperación
es el comportamiento que incluye a dos o más personas que trabajan
conjuntamente hacia una meta común que les beneficiará a todos.
TRES
NIVELES DE ANÁLISIS EN EL ESTUDIO DE LA CONDUCTA DE AYUDA, LA CONDUCTA
PROSOCIAL Y EL ALTRUISMO
Los
orígenes de las tendencias prosociales en las personas
Las teorías de la evolución: Desde las
teorías neodarwinistas de la evolución, el altruismo no se define en términos
motivacionales, sino en función de sus consecuencias. Los tres mecanismos
principalmente propuestos desde esta perspectiva para explicar por qué las
personas ayudan a los demás son la selección
por parentesco, el altruismo
recíproco y la selección de grupo.
Las tres explicaciones coinciden en afirmar que las tendencias prosociales
existen en los humanos porque estamos genéticamente predispuestos a actuar
prosocialmente, y por el éxito que ha acompañado a lo largo de la evolución a
las personas y grupos que han realizado este tipo de comportamiento.
La perspectiva
de la selección por parentesco se
basa en que lo realmente importante para la supervivencia de una especie es el
éxito en la transmisión genética a los miembros de la generación siguiente. Por
esta razón ayudamos más a nuestros hermanos o hijos que a los desconocidos. La
llamada eficacia biológica inclusiva
explica que este tipo de conductas no se hayan extinguido con los que las
realizaban. Existe una correlación entre el porcentaje de genes que dos
individuos comparten y la voluntad de ayudarse entre sí. Sin embargo, algunos
autores explican tal conducta por el funcionamiento de la norma de responsabilidad social (hay que ayudar a los que dependen
de nuestra ayuda) o a que la concepción de "familia” no es igual en todas
las culturas. El problema con la perspectiva de la selección por parentesco es
que está excesivamente centrada en el nivel genético y no permite explicar
fenómenos que se dan a otros niveles. Es bastante probable que en tiempos de
nuestros ancestros haya sido tan adaptativo para la supervivencia y la
propagación de los propios genes ayudar a un pariente directo como a un miembro
no emparentado del grupo.
Otro mecanismo
propuesto desde la perspectiva evolucionista para explicar cómo ha podido
evolucionar el comportamiento de ayuda, en este caso entre personas que no
están emparentadas, a pesar de suponer un cierto perjuicio para el altruista,
es el altruismo recíproco, por el que
un individuo puede tomar la decisión de ayudar a otro o no hacerlo bajo la
previsión de que el otro le devuelva a él o a sus parientes la ayuda en un
futuro. Este mecanismos está íntimamente relacionado con la norma de reciprocidad, que prescribe que
deberíamos ayudar a quienes nos ayudan. La norma de reciprocidad es muy fuerte
y existen numerosos datos que muestran su influencia en culturas diferentes.
Las personas están más dispuestas a ayudar a quienes les han ofrecido su ayuda
anteriormente, y, además, ayudar a otros incrementa el estatus de una persona
dentro de su comunidad.
- El altruismo recíproco, a diferencia de la selección por parentesco, explica la conducta de ayuda entre personas no emparentadas.
- Sobre la norma de reciprocidad, y respecto a la conducta de ayuda, las personas ayudan a quienes les han ofrecido ayuda anteriormente y, además, el que ayuda gana estatus en su comunidad.
Un tercer
mecanismo para explicar la evolución del comportamiento de ayuda es la selección de grupo. Desde esta
perspectiva, el éxito evolutivo se puede dar a nivel individual pero también a
nivel grupal. Según esta teoría, cuando dos grupos compiten entre sí, aquel que
tenga más personas dispuestas a sacrificarse por su grupo, o a cooperar entre
sí, será capaz de quedar por encima de un grupo en el que predominen las
personas egoístas.
Bases biológicas y genéticas de la conducta
prosocial: Desde esta perspectiva se asume que en la mayoría de las
ocasiones no parece que las personas realicen la conducta prosocial
reflexivamente, aunque sí existe un estado afectivo o emocional que antecede a
dicha conducta. Los acercamientos a la conducta prosocial desde esta
perspectiva se han centrado sobre todo en un estado afectivo en particular, la empatía. Ésta es la capacidad de
experimentar las mismas emociones que otra persona a la que se está observando.
Muchas respuestas empáticas preceden a conductas prosociales; la empatía
aparece en los humanos desde la más temprana infancia, lo que llevaría a pensar
que es algo innato.
El modelo de “percepción-acción” explica la empatía
desde el punto de vista de la neuroanatomía: si una persona presta atención al
estado emocional de otra, se activa en su cerebro una representación de dicho
estado emocional que genera una respuesta asociada a él. Como las personas
pasan mucho tiempo con sus familiares y amigos, el beneficio biológico de ayudarles
sería el resultado de una organización enormemente adaptativa de su sistema
nervioso que les predispondría a experimentar empatía y a realizar conductas
prosociales. Este modelo ha sido criticado considerando que la relación que
establece entre los procesos neurológicos y la respuesta empática es demasiado
simple y no tiene en cuenta los cambios a lo largo del desarrollo del
individuo.
La
conducta de ayuda interpersonal
¿Por qué ayudamos a los demás?: Para
responder a esta pregunta se han propuesto principalmente tres mecanismos
explicativos: el aprendizaje, los valores morales sociales y personales, y
la activación o la emoción.
Mecanismos que explican por qué se
produce ayuda interpersonal: el
aprendizaje (el refuerzo, el modelado), los valores morales y personales (la
responsabilidad social, la reciprocidad, la justicia social) y la activación o
la emoción (emoción empática).
La explicación
basada en el aprendizaje propone que
las personas aprenden a ayudar por los principios del refuerzo y el modelado.
Según el principio del refuerzo, aprenderemos a ayudar si somos compensados por
ello, por ejemplo, diciendo “gracias”. En cuanto al modelado, los programas de
televisión, por ejemplo, podrían fomentar la conducta de ayuda a través de
modelos que se comportan prosocialmente.
Un caso de aprendizaje por
modelado: Cuando se dice que “ver programas en televisión
donde aparecen personajes que se comportan prosocialmente puede fomentar la
conducta de ayuda” se está haciendo referencia al aprendizaje por modelado.
En lo referente
a los valores morales sociales y
personales, normas tales como la responsabilidad
social y la reciprocidad pueden
ser motivos suficientes para ayudar. Esta perspectiva postula que hay unas
normas que tenemos interiorizadas y que nos dictan cuándo deberíamos ayudar a
una persona. Desde este enfoque, los factores sociales son más importantes que
los biológicos para explicar el comportamiento prosocial. Se ha propuesto un modelo procesual de altruismo, con cinco
pasos:
- Atención: la persona se da cuenta de que alguien necesita ayuda, se selecciona una acción altruista y el individuo se autoatribuye la competencia necesaria para llevarla a cabo.
- Motivación: el individuo se construye una norma personal y se genera el deber moral de ayudar.
- Evaluación: la persona compara los costes y los beneficios de ayudar.
- Defensa: la persona puede hacer una evaluación anticipada de qué sucedería si no toma la decisión de ayudar, lo cual obviamente reduce la probabilidad de hacerlo.
- Conducta: es el resultado de la decisión final, en la cual puede influir un efecto boomerang por el cual las personas con gran probabilidad de comportamiento altruista no ayudarán si piensan que intentan aprovecharse de ellas.
Además de estas
normas morales sociales y personales, la gente también se guía por normas de justicia social. Una de las
principales es la de equidad: dos
personas que hacen una misma contribución deberían tener la misma recompensa.
Las normas de reciprocidad y justicia
social parecen comunes a todas las sociedades. En cambio, la norma de responsabilidad social no es
universal. Mientras que en unas culturas se cumple habitualmente la norma moral
de ayudar a quien lo necesita, en otras depende más del contexto y de las
atribuciones que se hagan de por qué se necesita la ayuda.
La norma de responsabilidad social no
es común a todas las sociedades en general.
En cuanto a la activación y la emoción, tienen que ver con la importancia de los aspectos
emocionales en el comportamiento de ayuda. Las personas se activan ante el
malestar de los demás, y esto ocurre en todas las culturas. Cuando las
emociones se activan, las personas pueden ayudar a los demás, pero pueden
hacerlo por dos motivos distintos: para reducir su propio malestar, lo cual se
interpretaría como una reactivación egoísta, o porque se ponen en el lugar del
otro y quieren aliviar el malestar de esa persona, es decir, por una motivación
altruista. Desde la perspectiva de la motivación egoísta se ha propuesto el modelo del alivio del estado negativo,
según el cual las personas ayudan para obtener un premio, evitar un castigo o
librarse de un estado emocional negativo. Cuando experimenta sentimientos de
culpa o de tristeza al ser testigo del daño sufrido por otra persona, el
individuo se siente motivado a reducir su propio estado emocional negativo. Una
forma de hacerlo es ayudando, si cree que eso le hará sentirse mejor, pero si
encuentra otra posibilidad para reducir dicho malestar no ayudará.
Empatía es la
capacidad de inferir los pensamientos y sentimientos de otros, lo cual genera
sentimiento de simpatía, comprensión y ternura. Se ha definido también como una
habilidad social que permite a la persona anticiparse a lo que otras personas
piensan y sienten, para poder comprender y experimentar su punto de vista.
Existen dos tipos de empatía: cognitiva y
emocional. La empatía cognitiva se refiere a tomar la perspectiva de la otra
persona, es decir, ponerse en su lugar. La empatía
emocional tiene dos variantes y consiste en experimentar las mismas
respuestas emocionales que experimenta la otra persona (empatía paralela), o reaccionar emocionalmente ante las
experiencias que esa otra persona está viviendo (empatía reactiva). El primer tipo de empatía (cognitiva) es lo que
suele conocerse con ese mismo nombre, es decir, empatía, o también toma de
perspectiva. La empatía emocional se conoce como simpatía, respuesta emocional
o toma de perspectiva afectiva.
fue de gran agrado y satisfacción aprender lo de pro ayuda
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