martes, 4 de septiembre de 2012

Psicología Social (Sociología/Antropología) Resúmenes Parte 19


En la asignatura de Psicología Social (Sociología/Antropología) del segundo cuatrimestre del Grado en Sociología de la UNED, algun@s compañer@s realizamos un trabajo coral; resúmenes del libro Introducción a la Psicología Social de Gaviria Stewart, Elena et alia, bibliografía básica de esta asignatura. Quiero agradecer el esfuerzo, compromiso y dedicación desplegado por tod@s. Derechos reservados, sus autores.

Tema 1 (Capítulo 1) ¿Qué es la Psicología Social?  Jon Zubia Hurtado// Tema 2 (Capítulo 5) Actitudes – Mª Carmen Rego Martínez // Tema 3 (Capítulo 6) Influencia, persuasión y cambio de actitudes José Bargallo Rofes // Tema 4 (Capítulo 8) Conducta de ayuda Jesús Ángel González Dela Osa // Tema 5 (Capítulo 9) Contribuciones de la Psicología Social al estudio de la agresión  Mónica Platero Angulo // Tema 6 (Capítulo 10) Estereotipos – Víctor Riesgo Gómez // Tema 7 (Capítulo 11) El estudio psicosocial del prejuicio  Julio Monteagudo Diz // Tema 8 (Capítulo 13) Procesos grupales y relacionales intergrupales  Tomás Javier Prieto González // Tema 9 (Capítulo 14) Aplicaciones de la Psicología Social  Jesús Ángel González Dela Osa



1º.                  TEORÍAS PSICOSOCIALES
Ø    Teoría del aprendizaje social. Aprendizaje vicario

La teoría del aprendizaje social propone que la agresión, al igual que otras conductas del comportamiento, se adquiere, mantiene y desarrolla según los principios del aprendizaje social.

Aprendemos observando cómo se comportan otros, por observación se aprende el tipo de comportamiento apropiado en distintas situaciones, el tipo de personas con las que debemos comportarnos de una u otra forma y el tipo de consecuencias de dichos comportamientos.

Dos procesos explican la adquisición del comportamiento agresivo por aprendizaje social:

  • El modelado, especialmente si el modelo es relevante para el observador. Es el mecanismo responsable del aprendizaje de los comportamientos observados.
  • La imitación, mecanismo por el que posteriormente se reproduce la conducta aprendida.

El aprendizaje vicario o por observación depende:

De las características del modelo, el grado en que modelo y observador son semejantes, simpatía que despierta y el estatus-poder que ostenta favorecen la imitación de su conducta.

De las consecuencias de la conducta observada, desempeñan una función en el proceso ya que  la intensidad o la cantidad de refuerzo que recibe el modelo alienta el aprendizaje y su imitación, especialmente en condiciones similares y ante interlocutores semejantes a los observados. Por el contrario, las conductas agresivas que no van seguidas de consecuencias o, incluso, son castigadas, reducen la frecuencia de la agresión por parte del observador, aunque no tanto como no haberlas observado, es decir, como no haberlas aprendido.

Cuanto más positivas sean las consecuencias para el modelo, mayor probabilidad habrá de que el observador incorpore esa conducta y que la repita en futuras ocasiones.

Ø    Teoría de la escalada de violencia

Dinámica que se genera cuando, una vez que se inician acciones agresivas o violentas, la parte afectada tiende a responder con violencia.

La lógica que las personas o grupos implicados consideran es que la agresión o la amenaza de agresión pueden actuar como un elemento que disuade al oponente de una agresión posterior, la evidencia confirma que esta pauta de relación lleva a un intercambio de agresiones sucesivas que tienden a aumentar en frecuencia e intensidad.

Cronifica las relaciones hostiles y obstaculiza seriamente las posibilidades de alcanzar una solución al conflicto generado.

La escalada de violencia puede iniciarse a partir de una agresión aislada, seguida de una respuesta agresiva de mayor intensidad y así sucesivamente, o bien a partir de repetidas acciones de exclusión social y de humillación hacia una de las partes, que finalmente son respondidas con una violencia de gran intensidad, muchos asesinatos de los ocurridos en centros de EE.UU, xej.

Ø    La espiral del silencio: la agresión pública y silenciosamente tolerada

El término se acuñó para describir las corrientes de opinión producidas como consecuencia de la falta de expresión de opiniones diferentes a las que los hechos parecen apoyar.
La espiral o conspiración del silencio, en el contexto de la agresión es el proceso por el que la no intervención y el silencio de los observadores de agresiones o de actos violentos son interpretados como una señal de conformidad, lo que es sólo opinión de una parte es considerado como una manifestación de aceptación generalizada.

Cuando se produce de forma sostenida, dificulta cada vez más la expresión de posiciones contrarias a este tipo de acciones, y en este sentido promueve la violencia: la víctima pierde la esperanza de encontrar apoyo para evitar y defenderse de tal trato, los agresores persisten en su conducta impunemente y los observadores van desarrollando diversas estrategias de afrontamiento: evitan verse comprometidos (evitar contacto víctima o no hablar de lo ocurrido) y dan señales pasivas o activas de simpatía hacia los agresores (participando en actividades con ellos o minimizando lo ocurrido).

2º.                  ANTECEDENTES DE LA AGRESIÓN. EVIDENCIA EMPÍRICA. Factores situacionales y del contexto que participan en el proceso de agresión, efectos y forma en la que operan.

Ø    Factores procedentes del entorno físico. Estímulos físicos y ambientales como antecedentes de la agresión

Los antecedentes físicos y ambientales relacionados con la agresión son de naturaleza aversiva. Entre ellos, los más estudiados son el ruido, la temperatura ambiental extrema, el hacinamiento y el dolor.

Aspectos que tienen en común estos factores ambientales instigadores de agresión:

  1. Son sus características subjetivas las que determinan su relación con la tendencia a agredir, la interpretación que la persona hace de los estímulos del contexto, es clave para entender su influencia en la conducta.
  2. Los mecanismos propuestos para explicar las relaciones entre estos factores ambientales y la tendencia a agredir son similares.

®             Ruido:

  • La imposibilidad de predecirlo y la falta de control sobre él es lo que resulta más estresante.
  • el ruido continuado tiene un efecto acumulativo que mina la tolerancia a la frustración, lo que a su vez se relaciona con la tendencia a reaccionar de forma agresiva.

®             Hacinamiento:

  • No es la densidad, sino la experiencia subjetiva displacentera asociada a la densidad, la variable que se asocia a la tendencia a agredir, varía en función de otras variables psicosociales.
  • Afecta más a los hombres que a las mujeres.

®             Temperatura:

La teoría de la ley térmica de la delincuencia predice una relación lineal entre temperatura y agresión. A pesar de que se ha confirmado esta tendencia, la hipótesis más aceptada es que la relación entre ambos factores es curvilínea. Concretamente:

  • Estudios transculturales evidenciaron una tendencia curvilínea en la relación entre el clima y la violencia, siendo el clima muy frío el que se relaciona con niveles menores de violencia, los climas cálidos con los niveles más altos, y los climas extremadamente calurosos con niveles moderadamente altos;
  • Estudios de laboratorio muestran una relación no lineal, una relación con forma de U invertida, los mayores niveles de agresión se producen en condiciones moderadas de afecto negativo (provocación alta+temperatura moderada o provocación baja +temperatura extrema), cuando el afecto es escasamente aversivo, la tendencia a agredir disminuye.

®             Dolor:

  • No sólo se relaciona con la conducta agresiva sino que, cuando se tiene la oportunidad de dañar, genera un mayor deseo de hacer daño incluso a aquellos que no son causantes directos del dolor
  • Provoca emociones negativas asociadas a la agresión, como irritabilidad y cólera, mayores cuando se anticipa a la persona que va a ser sometida a una experiencia dolorosa.

Ø    Antecedentes motivo-emocionales

®             La frustración como antecedente de la agresión.

Con frecuencia, los estudios sobre los antecedentes de la agresión han propuesto la existencia de una relación directa entre estímulo y conducta agresiva, la evidencia empírica ha ido sugiriendo relaciones más complejas, incorporando diferentes factores moduladores.

Hipótesis de la frustración-agresión, originalmente se postuló que la agresión siempre era consecuencia de la frustración y que la frustración llevaba necesariamente a la agresión, cualquier estímulo o acontecimiento que obstaculiza o bloquea la consecución de una meta genera frustración, que a su vez desencadenará inevitablemente una reacción agresiva.

Posteriormente se ha propuesto que la relación entre frustración y agresión es indirecta, una primera revisión sugiere que la frustración afecta a la agresión a través de la activación o arousal que provoca, una segunda incorpora el afecto negativo como otro mecanismo por el que indirectamente la frustración puede desencadenar agresión. En este caso, se plantea que la frustración desencadena una reacción emocional de cólera caracterizada por manifestaciones expresivo-motoras propias, y que, mediante los procesos de condicionamiento clásico, esta reacción activa en la memoria el conjunto de cogniciones, experiencias pasadas y guiones de acción relevantes para la agresión. Cuadro 9.3

®             Las emociones como antecedentes de la agresión.

Teorías clásicas: los estados emocionales son importantes variables intervinientes en las interacciones sociales agresivas. Algunas de estas teorías proponen la existencia de mecanismos innatos asociados a emociones relevantes para la supervivencia. Estos mecanismos, a su vez, se han incorporado a algunas de las explicaciones desarrolladas para dar cuenta del efecto de los antecedentes de la agresión.
Es el caso del modelo del cálculo emocional de la agresión a partir de un mecanismo innato. Este mecanismo sería la conexión cerebral cólera (unida al ataque ofensivo)-miedo (unida al ataque defensivo).

Procesos cognitivos, como procesos de evaluación, de control observacional y de reevaluación de la situación, que permiten el análisis de los costes-beneficios derivados de las posibles reacciones determinarán la manifestación de conductas agresivas o de huida. Si ante una situación que produce cólera se concluye que la agresión es una forma eficaz de alcanzar el objetivo, es probable que se llegue a agredir, si se concluye que los riesgos son muy altos, es posible que se opte por otro tipo de reacción. Igualmente, si ante una situación que desencadena miedo se anticipa el éxito mediante la huida, es probable que ésta sea la reacción que desencadene, pero si la huida no es posible, se propiciará en mayor medida una conducta de ataque defensivo.

Se ha propuesto que varias emociones podrían explicar los efectos de distintos factores sobre la agresión: los afectos negativos (ira, agitación, estado de ánimo depresivo, irritación) podrían instigar reacciones agresivas ante una provocación. Por otro lado las emociones positivas (alegría o empatía) podrían inhibir las tendencias agresivas. Estos dos tipos de emociones tienen efecto mediador sobre la manifestación de conductas agresivas.

 Numerosos estudios han puesto de manifiesto que la cólera está estrechamente vinculada a la agresión afectiva o reactiva, ya que incide sobre alguno de los factores instigadores de la agresión. La cólera (o la ira) es una emoción intensa caracterizada por el deseo o la motivación para dañar y que puede instigar la agresión. Cinco vías cuadro 9.4.
En términos generales se sugiere que, al igual que hay ciertas emociones que facilitan la agresión, existen otras, como la empatía, que inhiben la conducta agresiva, por incompatibilidad entre estas emociones y las respuestas agresivas.

Los estudios parecen confirmar la relación negativa entre empatía y agresión o empatía y delincuencia.

Ø    Antecedentes socio-motivacionales

®             Ataque interpersonal.

Quizá el instigador más potente de la agresión. Incluye una diversidad de estímulos que provienen de otras personas en forma de insultos, menosprecio y otras formas de agresión verbal y física, cuando los humanos son provocados tienen deseos de dañar.
Adquiere su carácter instigador por cuestiones subjetivas, cuando se percibe como una provocación. Por tanto, los efectos del ataque interpersonal nos obligan nuevamente a considerar la interacción entre factores situacionales y personales.

Los primeros, conformando un contexto social instigador de la agresión, y, los segundos, modulando diferencialmente la percepción, activación, codificación e interpretación del contexto, así como las reacciones al ataque consideradas oportunas.

Es decir, la agresión no es una simple reacción fruto de una secuencia estímulo-respuesta, sino que en todos los casos pone de manifiesto la presencia de variables intermedias y moduladoras de tal relación. El estudio de los mecanismos implicados en el proceso de agresión ilustra la acción de estas variables.

®             La exclusión social.

Hace referencia a la negación de derechos sociales y de oportunidades vitales fundamentales.
Consideramos la exclusión como una forma de agresión y, a su vez, como un agente elicitador (estímulo que va antes de la respuesta y siempre la desencadena) de agresión.
La exclusión constituye un conjunto de procesos sociales (ostracismo, marginación, rechazo, descalificación, denigración, estigmatización e incluso actos de violencia) y de situaciones que resultan de estos procesos (aislamiento, marginación, pobreza, desigualdad cultural, económica o social). Hay tres contextos públicos en los que la exclusión adquiere dimensiones propias:

El contexto laboral (mobbing)
El contexto escolar (bullying o matonaje)

La que ejerce una sociedad en su conjunto (estructural). Se considera una forma global de exclusión social, ya que se realiza desde los ámbitos sociales que estructuran la sociedad: instituciones o normas sociales xej.

La exclusión no debe confundirse con el rechazo interpersonal. Las diferencias provienen de dos aspectos fundamentales:

  1. la exclusión sólo es posible en virtud de la participación (activa y/o pasiva) del resto de los miembros integrados de la comunidad.
  2. la naturaleza social (y no individual) de la agresión se pone de manifiesto cuando se observa que la situación de exclusión de las víctimas genera respuestas de evitación por parte del resto de los miembros de la comunidad. El temor a convertirse, a su vez, en víctimas del ostracismo alienta en ellos repuestas activas y/o pasivas de rechazo y devaluación.

La exclusión se ha relacionado con los conflictos gestionados de forma destructiva y con las agresiones extremas (asesinatos masivos centros escolares).

®             La violación de normas.

Estrechamente relacionado con la percepción de (in)justicia.
Las normas tienen una cualidad moral prescriptiva y se refieren a las obligaciones, derechos y privilegios que gobiernan la conducta de los miembros de los grupos. Su incumplimiento suscita un deseo de reparación de tal injusticia.

Las normas cumplen varias funciones para los miembros del grupo o la comunidad:

  • Crea unas condiciones predecibles y controlables que permiten cooperar en lugar de luchar y competir, establecen un marco común de reglas concretas de relación y de actuación, incluso regulan la forma en que se castigarán las transgresiones.
  • Describen la realidad aportando información acerca de cómo deben ser las cosas, de lo que es aceptado y no aceptado, de lo que será castigado o premiado y cómo.

La evidencia empírica confirma que la violación de normas genera sentimiento de ira, agresión y deseos de reparación de la injusticia.

La necesidad de reparación adopta la forma de querer dañar al causante de la situación.
Los estudios demuestran que la vulneración de una norma y la consecuente percepción de injusticia no provocarán reacciones agresivas si se juzga la infracción justificada. 

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