viernes, 10 de mayo de 2013

Resúmenes Cambio Social I Parte 29


En la asignatura de Cambio Social I del primer cuatrimestre del Grado en Sociología de la UNED curso 2012/13, algunos compañeros realizamos los resúmenes de los capítulos de la bibliografía obligatoria Sociología del cambio social de Piotr Sztompka. Derechos reservados, sus autores.

Capítulo 1 Conceptos fundamentales en el estudio del cambio social. Tomás Javier Prieto González // Capítulo 2 Vicisitudes de la idea de progreso. Tomás Javier Prieto González // Capítulo 3 La dimensión temporal de la sociedad: El tiempo social. Víctor Riesgo // Capítulo 4 Modalidades de tradición histórica. Tomás Javier Prieto González // Capítulo 5 La modernidad y más allá. Víctor Riesgo // Capítulo 6 La globalización de la sociedad humana. Tomás Javier Prieto González // Capítulo 7 El evolucionismo clásico – Julia Ortega Trovar  // Capítulo 8 El neoevolucionismo - Julia Ortega Trovar // Capítulo 9 Teorías viejas y nuevas de la modernización – Andrea Fuente Fernández // Capítulo 10 Las teorías de los ciclos históricosBlas García Ruiz // Capítulo 11 El materialismo histórico - Blas García Ruiz  //Capítulo 12 Contra el desarrollismo, la crítica moderna Julio Monteagudo Diz // Capítulo 13 La historia como producto humanoGalaaz Vaamonde (9 octubre) // Capítulo 14 La nueva Sociología histórica - Galaaz Vaamonde // Capítulo 15 El devenir socialJesús Sánchez Azañedo // Capítulo 16 Las ideas como fuerzas históricas - Carlos Catalán Serrano // Capítulo 17 El surgimiento de lo normativo – María Purificación Moreno Moreno // Capítulo 18 Los grandes individuos como agentes de cambio social - María Purificación M. Moreno  

El nivel de la acción individual: la teoría del “ser de la especie”

Los componentes últimos de la sociedad son los individuos humanos. Para Marx, este es el lugar común de partida de la teoría social.

El concepto de individuo de Marx es expresado de forma muy original. En primer lugar no es sustantivo, es relacional. Se caracteriza por su relación con el ambiente, con el contexto social y natural en el que existe. Los aspectos relacionales de la naturaleza humana son aspectos universales, sustantivos, históricos e idiosincrásicos.

Según Marx, hay dos tipos de relaciones: “participación”, referido fundamentalmente a las relaciones humanas entre personas (sin renunciar a la participación y pertenencia armoniosa al mundo natural) y “creación”, aludiendo a las relaciones humanas con la naturaleza (pudiendo extenderse a las actitudes hacia otras personas y otros objetos sociales).
Debido al énfasis de Marx en la relación de “participación”, su concepto de naturaleza humana no es psicológico sino social. No debe sacarse la conclusión errónea de que Marx estuviera rechazando el estudio de los individuos, pues un individuo puede verse desde varios puntos de vista.
El individuo es la materia relevante para la sociología sólo en la medida en que él o ella esté implicado en un tejido social más amplio. Para la sociología, el problema de la naturaleza humana concierne a las características de una persona en sus capacidades parciales como actor, socio, participante, miembro, encargado o realizador.

La prueba directa de que Marx estaba estudiando a los individuos humanos desde una perspectiva sociológica puede encontrarse en sus numerosas declaraciones de que la gente le interesaba tan sólo en tanto representantes de clases sociales o encarnaciones de categorías económicas, o  representantes de tendencias históricas.

Pero una prueba indirecta mucho más elocuente de lo consistente del enfoque sociológico de Marx se puede ver si consideramos el método necesario para caracterizar la naturaleza humana implicado por tal perspectiva, lo que parece muy próximo al enfoque de Marx. Esta idea fue claramente captada por Gramsci: “puede decirse que el hombre es esencialmente “político” puesto que es a través de la actividad de transformar y dirigir constantemente a otros hombres como el hombre se da cuenta de su “humanidad, de su “naturaleza humana”.

Respecto al segundo tipo de relación humana con el ambiente, denominada “creación”, también está constituida por un tipo específico de actividad. En la actividad creativa, los individuos externalizan sus “poderes”, habilidades, talentos, produciendo objetos. En estos objetos se confirman ellos mismos, encuentran la expresión objetivada de su potencial individual.

Marx concibe claramente que las propiedades de la acción humana son la clave de la comprensión de la naturaleza humana; “considera a las personas preminentemente como actores”. Y afirmar explícitamente: “Tal como los individuos expresan sus vidas, así son”.

Se pueden consignar algunos rasgos de la acción, tal como la concibe Marx.

1.    La acción es considerada consciente y dirigida a un propósito en términos del esquema medios-fines.
2.    La acción es contemplada como dotada de algún grado de autoconciencia o autopercepción crítica por parte de los actores.
3.    La acción es concebida como precedida de algún tipo de anticipación o planeamiento.
4.    Se cree que la acción implica algún grado de consistencia y persistencia en su ejecución.
5.    La acción es innovadora, esto es, se enfrenta activamente al ambiente, se orienta hacia el mundo de la naturaleza y/o hacia otra gente, en el intento de modificar, transformar y producir alguna novedad.
6.    La acción es colectiva.

Para actuar de la manera antes descrita, un actor debe poseer un conjunto de capacidades, habilidades y facultades que modelan la imagen de Marx de la naturaleza humana.

La acción influye sobre las mismas potencialidades del ser humano.
Marx definió el trabajo como la actividad fundamental de la especie, una “actividad vital” indispensable para la supervivencia, la reproducción y la evolución de la sociedad humana, dirigida hacia la dominación y apropiación de la naturaleza.

Luckás señala que el trabajo no necesita ser dirigido directamente a la naturaleza, también puede influir a otras personas.

No es accidental que cuando Marx proporciona una descripción de la patología de la naturaleza humana en su teoría de la alienación, comienza por la alienación del trabajo, y sólo después generaliza el cuadro a todas las manifestaciones de la “especie natural” humana. Por la alienación, la propia actividad del trabajador ya no la percibe como propia, y los productos de su trabajo ya no le pertenecen.

La alienación es la inversión sustancial de las relaciones que conectan a la gente con el medio natural y social, la amputación de las relaciones de creatividad y participación. El hombre ya no es creativo. La alienación supone el marchitamiento de las “potencialidades de la especie” humana.

Tras esta imagen de Marx de la naturaleza humana se encuentra la fuerza generadora inherente que imputa al hombre, una tendencia humana hacia la trascendencia y la autotrascendencia: la superación de las limitaciones, la oposición a las constricciones, el combate a los enemigos, el cruzar fronteras, romper barreras por medio de una intensa actividad. Así es como empieza la historia humana, y esto es lo que hace que continúe.

El nivel socioestructural: la teoría de clases

Los actores humanos y sus acciones no existen en el vacío sino, más bien, en el contexto de totalidades sociales más amplias. Las totalidades sociales más amplias surgen cuando las redes de relaciones (las estructuras sociales) emergen, conectando a individuos separados. Hay pruebas evidentes de que Marx concebía las totalidades sociales no de forma reificada sino en su forma relacional moderna.

Percibir las totalidades como estructuras relacionales es la otra cara de percibir a los individuos en tanto estructuralmente implicados (enfoque sociológico marxiano de los individuos humanos). El estructuralismo consistente de Marx se manifiesta por referencia a ambos niveles de la realidad social, tanto totalidades como individualidades.

Los individuos se agrupan cuando hay algún rasgo común entre ellos. De los posibles vínculos sociales, para Marx tiene particular importancia la situación de la propiedad. Hay una categoría de bienes que son los más atractivos, “los medios de producción”, capaces de generar más bienes: la tierra, las materias primas, los edificios, las herramientas, la maquinaria, el capital. La propiedad, o la falta de propiedad, de los medios de producción es el aspecto más importante de la situación vital humana, de la posición de uno en la sociedad. De esta relación surgen las clases sociales.

Las dos clases que surgen están polarizadas: aquellos que poseen los medios de producción y aquellos que no, y que por tanto han de vender su trabajo para sobrevivir.

En esta dinámica de clases, Marx distingue dos tipos de transformaciones permanentes: la primera tendente históricamente a simplificar las distinciones y los antagonismos de clase, eliminando todos los agrupamientos excepto aquellos enraizados en diferencias de propiedad. La sociedad se decantará cada vez más en dos grandes clases enfrentadas directamente: la burguesía y el proletariado. La segunda tiende al crecimiento interno de cada una de esas clases. Esto es expresado por la distinción de Marx entre “clase en sí” y “clase para sí”. Las clases tarde o temprano tienden a adquirir conciencia de lo común, a iniciar la comunicación y la interacción mutuas, para producir formas más persistentes de organización interna, dando lugar a una “clase para sí” madura, capaz de defender sus intereses.

Marx describe las relaciones típicas entre clases como de oposición mutua, señalando al menos tres tipos de oposición. Primero, hay una contradicción objetiva de intereses entre aquellos que tienen y aquellos que no tienen. Esto puede denominarse “contradicción de clases”. Segundo, la contradicción objetiva puede llegar a ser percibida subjetivamente por los miembros de las clases respectivas. Este tipo de relación puede llamarse “antagonismo de clase”. Por último, el antagonismo puede adquirir manifestaciones externas en los terrenos económico, político e ideológico. La “lucha de clases” parece el término más apropiado para denominar esto. Es a través de las contradicciones de clase, los antagonismos y las luchas, asociadas a una presión permanente hacia su resolución como la sociedad muestra su tendencia hacia la autotrascendencia.

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