En la asignatura de Sociología de la Diversidad del primer cuatrimestre del Grado en Sociología
de la UNED curso 2012/13, el compañero Víctor Riesgo Gómez y yo, realizamos los
resúmenes de los capítulos de la bibliografía obligatoria. Como libro de referencia: Sociodiversidad
y sexualidad (José Antonio Nieto Piñeroba) Derechos reservados, sus
autores.
Tomás Javier Prieto González:
Tema 1 Planteamiento de la sociología de
la diversidad // Tema 2 Acción desviada, conducta desviada y
alteridad // Tema 3 El finiquito de la desviación y de la
conducta desviada // Tema 4 De la desviación y de la diversidad // Tema 6 Sociología de la diversidad // Tema 7 Antropología de la sexualidad y
discursividad // Tema 8 Los guiones sociales. El individuo, el
cuerpo y el transgénero // Tema 9 Notas sueltas sobre sexualidad en la
disctadura, transición y democracia española // Tema 10 Despsiquiatrizar
el transgénero Tema11 El transgénero en las sociedades
polinesias
Víctor
Riesgo Gómez:
Tema 5 Razones que justifican la diversidad
en sociología
Las experiencias de desarrollo, trabajo y
producción
Las
experiencias de desarrollo, trabajo y producción a formas o modos de producción
diferentes que, precisamente en sus diferencias, pueden suscitar o concitar
conflictos y diálogos. De Sousa cita nuevas formas de emancipación social que
vienen representadas por el eco-feminismo o el control comunitario de los
recursos basado en el swadeshi gandhiano;
las rentas mínimas de ciudadanía que permiten la redistribución sin necesidad
de recurrir a la apelación de criterios exclusivos y excluyentes, como el de la
productividad; y las organizaciones económicas populares sustentadas en la
autogestión y el microcrédito. Todas ellas enfatizan formas de producción
alternativas que posibilitan la emancipación de los excluidos y profundizar en
la democratización de la democracia.
Las
experiencias de desarrollo, trabajo y producción a los efectos que interesan a
la sociología de la diversidad vendrían marcadas por la inclusión de las
ausencias y por la potenciación de medidas políticas que faciliten la
erradicación de las excusiones sociales; que son el resultado de medidas
políticas que entorpecen y obstruyen la incorporación a la producción social de
los socialmente segregados. Los rasgos más significativos que definen la exclusión
social remiten a factores estructurales y multidimensionales que reflejan
procesos sociales que posibilitan la discriminación ciudadana, desde el momento
que un número, en aumento, de sujetos o colectivos sociales no gozan de la
plenitud de derechos que la sociedad debe proporcionarles (Tezanos). Derechos
que se vinculan fundamentalmente a la inmigración de etnias/culturas diversas a
la sociedades euronorteamericanas, pero también a los inmigrantes que se
desplazan de sociedades económicamente empobrecidas a sociedades de la
abundancia, que en su próspera situación generan contradictoriamente
desigualdad y exclusión. El antropólogo occidental ya no se desplaza al corazón
de los parajes remotos, son los “otros” quienes se acercan a “visitarle” y
facilitarle la instrumentación para la práctica y ejercitación de una
“antropología invertida”.
Experiencias
que también pueden vincularse a otras ausencias o exclusiones, siempre que el
proceder societario permita que el vértice en que confluyen la ciudadanía legal
y la ciudadanía política sea de facto un vértice carencial. Como sucede en el
caso de que esos dos tipos de ciudadanía no sean acompañados por una tercera,
la ciudadanía social, y, en ausencia, hagan del conjunto una ciudadanía
restringida (De Lorenzo). La crisis financiera ha significado un palpable
incremento de la precariedad de los hogares españoles y también de los miembros
que los integran, a los que se les puede llamar outers. De la misma forma que ha significado un evidente aumento de
la precariedad laboral para los jóvenes, los llamados freeters. Para las entidades financieras, responsables de la
crisis, el precio a pagar por su irresponsabilidad ha sido nulo. La otra cara
de a moneda de la crisis es que outers
y freeters, sin responsabilidad alguna
en el desencadenamiento de la crisis, se han convertido en lo más parecido a
una subclase (underclass). La
producción de conocimientos de la antropología cultural, a medida que sus
estudios se desplazaban de las tinieblas de los paraísos/infiernos alejados de
Occidente a las oscuras tinieblas de los propios latidos de sus sociedades, se
fue adentrando en el conocimiento de la diversidad occidental. Así, el nativo
occidental estudia a otro nativo
occidental. El antropólogo entregaba, de este modo, al estudio de los
toxicómanos, ancianos, bebedores o discapacitados norteamericanos, franceses,
ingleses o españoles. Incorporaba a su objeto de estudio a conjuntos sociales
que, en forma de colectivos, habían permanecido antropológicamente, con
anterioridad, mudos, ausentes. En la incorporación se rompía con a tradición
del enmudecimiento de grupos sociales ignorados y se iniciaba al estudio
antropológico de lo ausente, la antropología de las ausencias.
Se
unían ahora los estudios sobre diversidad, propiamente dicha. Estudios a los
que se ha tratado como “partes” culturales, como órganos diferenciados,
integrantes de un todo cultural; se le venía mostrando como un todo homogéneo a
diferencia de la diversidad antropológica, la desviación social se instituía sociológicamente
en sus antípodas.
¿Qué significa, en este sentido, la
introducción de la diversidad en sociología? La incorporación en positivo de
las ausencias de los colectivos sociales “descentrados”, situados socialmente
fuera del centro, en las periferias de las sociedades. Ausencias o exclusiones,
estigmatizadas y discriminadas en mayor o menor medida, a incorporar en la
diversidad sociológica, serían las discapacidades que discriminan con mayor o
menor intensidad, como la sordera, la tartamudez, la ceguera, el enanismo, el
gigantismo, la gangosidad, la paruresis, la corcova, el albinismo, el autismo o
la intersexualidad. Pudiera parecer que la sociología de la diversidad es un
contenedor donde vaya a parar todas la ciudadanía desfavorecida, que por distintas
razones se sitúa en el margen de la sociedad o, cuando menos, no está
reverencialmente situada en su núcleo central.
La
sociología de lo diverso, ocuparía un nicho académico desechado por esas otras sociologías de mayor ambición y destinadas
a la producción de las grandes teorías sociológicas. Nunca una sociología del
desperdicio. La diversidad y su vinculación socioantropológica, en forma
conflictiva o dialogante, se percibiera como n subproducto o un conjunto de
desechos se reproduciría la política del pasado. Que reflejaría la
desvinculación académica-administrativa, entre la antropología y la sociología,
que se viene reflejando desde finales del SXIX.
- La antropología del parentesco al servicio del “exotismo” observada en su locus tradicional se ha reconvertido poco menos que en una reliquia.
- En su observación remodelada in situ, la antropología del parentesco, de aplicarse en las sociedades de impronta avanzada, desarrollista y de tradición sociológica, se toparía con la tendencia demográfica descendente de la sexualidad reproductora y sobre todo con una diversidad de hogares y formas residenciales en los que la matrilinealidad resulta ser una manifestación gaseosa de la realidad social.
Todo
ello permite plantera a Geertz de qué forma los valores propios deñ
etnocentrismo se ajustan a una realidad social cambiante y a una aplicación
antropológica transformada.
Ese
etnocentrismo pegadizo y futurible ha crecido transformándose en incorporable y
presencial. Así lo muestran las sociedades posmodernas en su flujo de
intercambios culturales, con sus nativos occidentales y sus inmigrantes, que
han dejado de ser erotizados para ser estigmatizados. El interés antropológicos
por las pautas culturales ajenas a Occidente se ha transferido al interior de
nuestras sociedades y en su transferencia transformativa ha dislocado el objeto
de estudio.
Porque
la sociología de la diversidad también se ocuparía de las pautas culturales
internas, convencionalmente no centradas excéntricas, en su más genuina
connotación etimológica. La antropología cultural en sus inicios tuvo como
objeto de estudio las sociedades y culturas no occidentales, las entonces
designadas como sociedades primitivas, sociedades ágrafas o sociedades
exóticas, rebautizadas, de forma menos despectiva e hiriente, como sociedades
de interés antropológico, la sociología de la diversidad nacería en aguas
internas pero culturalmente ajenas a las suyas, porque el influir acuífero de
las culturas más diversas estaría inserto e las entrañas de las sociedades
occidentales. En la necesidad de establecer flujos intercomunicativos y en
constante simbiosis con ellas. La alteridad y la inferioridad se instalas en
casa. Es la residencia de las culturas otras,
emergentes y “occidentalizadas”, en territorios eurocéntricos y también en
territorios occidentalizados. Así pudiera describirse: a la inmersión
(socioantropológica de la diversidad) por la inversión (socioantropológica de
la deslocalización).
Queda
por ver cómo la sociología de la diversidad, desde la óptica del conocimiento,
desarrollará su objeto de estudio. Queda por dilucidar si las prácticas
culturales “extrañas”, aunque tamizadas por la supremacía de las leyes de las
sociedades de Occidente, por curiosas y extravagantes que parezcan a los
nativos occidentales, vayan a ser interpretadas como producto de la
irracionalidad. O como prácticas culturales “curiosas”, alejadas de la
racionalidad. Que aunque no coincidan con la forma de resolver situaciones de
las sociedades occidentales no sean demonizadas. También queda pendiente de
observación el devenir del tratamiento a aplicar a los colectivos culturales
emergentes, propios de occidente, que no son consecuencia de la
deslocalización. Queda finalmente, por responder si las sociedades occidentales
en su empecinamiento continúan centradas en sí mismas, en su centrismo
ortodoxo. Entendiendo que solo lo que se produce en sus confines y en su centro
da verdadero sentido y vida al conocimiento o, si por el contrario, terminan
admitiendo que hay otras fuentes de conocimiento.
Las
sociedades democráticas globalizadas actuales tienen en la diversidad su
fundamento. Y la diversidad se nutre de muchos “otros”, reconociendo en todos
las plusvalía del principio de igualdad. Igualdad que, una vez reconocida, no
sirva para que se sustraigan de ese principio igualitario los rasgos
diferenciadores que, sin menoscabo legal alguno, se quieran preservar. Que no
se invalide el principio de igualdad en la diferencia.
La
sociología de la diversidad no surge, pues, como producto de una mutación sino
como consecuencia de un desplazamiento, para formalizar la idea constituyente
de una ciencia abierta. Ciencia abierta que tiene como objetivo ser fecunda en
el establecimiento de vínculos comunicativos. Una sociología abierta que retome
preguntas que fueron abandonadas por la sociología de la desviación. Una
sociología “enunciante”. Que sea consciente que enunciar es expresar, que
expresar es describir, que describir es construir.
La
sociología de la diversidad tratará esas ausencias y posibilidades ya
especificadas, desentendiéndose de curiosidades malsanas y morbosas, de
epistemologías de los estrambótico, estrafalario y llamativo, y de fraudulentos
exotismos. Y la diversidad cultural se inserta en la proximidad, en el corazón
mismo de nuestras sociedades. La sociología de la diversidad tratará la
variedad de contenidos de los temas que dan sentido y vida a a su designación
desde el punto de vista de las conductas diversas transformando al sujeto
desviado, como se ha dicho en reiteradas ocasiones en sujeto diverso. Para
emanciparlo sociológicamente de sujeciones ajenas. Y intentará establecer
vínculos, nexos de unión, a través del diálogo. Entre distintos saberes y
conocimientos, tratando de solventar lo conflictivo de las diferentes aproximaciones
epistemológicas. Geertz se inclina por pensar que las sociedades de interés
antropológico han devenido un collage.
Las sociedades de interés sociológico han aplicado a parte de su ciudadanía una
suerte de etnocentrismo puro y duro, sin necesidad de desplazamiento no viaje
alguno. Si lo sociológicamente diverso ha sido tratado como desviado, la
sociología de la diversidad tratará de rectificarlo.
El
destino de la sociología de la diversidad queda a la espera de su producción de
conocimiento, el futuro hablará por nosotros. En el presente, no hay duda de
que los vínculos que unen la sociología de la diversidad con la antropología
cultural en proyecciones solidarias de conocimiento son muchos. Más sólidos que
las desvinculaciones académico-administrativas que las separan. Vinculaciones y
desvinculaciones, conflictos y diálogos a depurar con el tiempo entre la
antropología cultural y a sociología de la diversidad.
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