Introducción. El reto
de los nuevos movimientos
En este libro, Russel J. Dalton y Manfred Kuechler
(compiladores y autores) tratan de
realizar un resumen integrador de diversos
artículos, todos los cuales giran en torno al nacimiento de las nuevas
corrientes de opinión y acción nacidas de la sociedad, al margen de partidos
políticos u organizaciones gubernamentales. Para ello, analizan varias
perspectivas que nacen a partir de los movimientos estudiantiles de los años
60. La libertad de expresión y los derechos civiles son dos de los pilares
sobre los que se asentaron estas nuevas tendencias de opinión y acción. Sobre
las inquietudes estudiantiles, procedentes de la segunda mitad del siglo XIX se
fue vertebrando un “nuevo estilo de
acción política a medida que los ciudadanos adoptaban un estilo más participativo
frente a los métodos tradicionales de representación”[1],
según citan los autores a Barnes, Kasse y a Jennings y Van Diecht.
En base a estos criterios, se establecen algunas
líneas generales de los nuevos movimientos sociales, desde su inicio histórico
hasta su puesta en marcha actualizada: éstas son las de los movimientos
ambientalistas, feministas y por la paz, influidas en mayor o menor medida por
tendencias ideológicas cercanas a la nueva izquierda. Se repasa la vigencia y
permanencia de estos movimientos en los países del norte de América y Europa,
buscando en el viejo continente el germen, concretamente en Alemania, de la
propia definición de “nuevos movimientos sociales”. Algunos factores políticos
sociales de la segunda mitad del siglo XX en este país desencadenaron la
organización no estructurada de los mismos, como por ejemplo la cuestión de
misiles de la OTAN, cambios en los movimientos obreros, etc., en América otros
factores como la lucha del feminismo o por la paz.
En cuanto a la ideología se desprende que los nuevos
movimientos trabajan por conseguir mayor atención a los aspectos culturales y a
la calidad de vida; en cuanto a la base de apoyo, todo aporta en la
circunstancia de que los viejos movimientos sociales nacieron como vehículo
para dar voz a aquellos que no la tenían, causa que se extendió a los nuevos.
Entre las motivaciones para participar en ellos se desprende que “la opinión generalizada es que las
motivaciones de quienes participan en los nuevos movimientos sociales son
finalidades ideológicas y la lucha por los bienes colectivos y no un estrecho
interés particular”[2].
En cuanto a las estructuras organizativas de estas
nuevas tendencias se explica que se basan en sistemas descentralizados,
abiertos y marcadamente democráticos; por su parte el estilo político radica en
la preferencia de influir en las decisiones políticas a través de presiones y
el peso de la opinión pública en lugar del modelo político tradicional, más
basado acaso, en la dialéctica.
Dalton y Kuechler subrayan la convergencia de
múltiples factores que dieron
lugar a estas nuevas “mareas”, movimiento por la paz, las mujeres, diferencias
concretas entre nuevos y viejos partidos políticos, como posibles pronósticos
de futuro de estos movimientos.
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