IV. Las creencias y los ritos
Por lo tanto, el fenómeno
religioso se divide en dos factores clave: las creencias y los ritos o
ceremonias de culto. Y estas son las tres patas sobre las que Durkheim trazó la
cartografía de Las formas elementales de la vida religiosa: los aspectos
metodológicos, las creencias y el aparato ritual.
1.
Así pues Durkheim tras analizar los aspectos metodológicos y reducirlos
a una religión elemental, criticó que las otras teorías anteriores sobre este
tema se basaban en la experiencia individual, lo cual consideró que no puede
darse, ya que es imposible aplicar la experiencia a algo que no se encuentra en
ella misma (es decir no se puede basar en experiencias febriles y delirantes o
sueños sistematizados para explicar alguna realidad concreta). Lo cual se
establece en detrimento de cualquier interpretación psicologista de la sociedad
a partir del individuo.
2.
En cuanto a las creencias totémicas se tiene en cuenta tres pilares: los
registros etnográficos, la interpretación de estos registros y un tercero que
planearía sobre la interpretación de conceptos como alma, espíritus, divinidad
dentro del sistema totémico.
3.
Y aquí entra el tercer factor, ¿por qué se llega a concebir dicha
expresión de lo sagrado bajo las formas totémicas? Pues según Durkheim, por una
traslación de la representación identificativa de los tótem en las actividades
profanas a los rituales ceremoniales. Es en estos momentos cuando se transfiere
la carga emocional que se deposita en el símbolo representativo de los clanes:
“De este modo el tótem se mostraría como
la primera forma de ideación social por la que se representa esa nueva realidad
nacida de la comunión asociativa, es decir, la sociedad” (Alútiz
2005:129)). Esta idea flaquea según otras teorías sociológicas, porque quedan
flecos no explicados como la procedencia de esas imágenes, su continuum con los
animales que representan, etc.
Es decir, qué fue antes,
el huevo o la gallina, la pescadilla que se muerde la cola. De una u otra
manera, esta conciencia religiosa aportó a los grupos un pensamiento colectivo
sobreañadido a la realidad sensorial. Y en esta tercera pata de la mesa es en
la que Durkheim soporta la realimentación de esas creencias colectivas que
mantienen el concepto de sociedad vigente. Los cultos, de cualquier tipo sirven
para reforzar conceptos, por inclusión o por exclusión hacen que se aumente la
sacralidad de determinados elementos, que representan no la realidad de ellos
mismos, sino una realidad cargada de connotación o evocación. Estos ritos
incluirían expulsiones o sacrificios, ritos miméticos, conmemorativos y
piaculares. Todos ellos tienen como finalidad conseguir una eficacia moral para
revitalizar las creencias que sostienen el culto, y esta es la que predispone a
creer en la eficacia material del sacrificio para alimentar a los dioses y que
cumplan así sus funciones cósmicas con la naturaleza.
Durkheim |
En virtud de lo antecedente, Durkheim llega a otra conclusión: otra de
las funciones y necesidad social que satisface la religión, es la de crear ese
espacio social destinado al entretenimiento; espacio ocioso en el que se puede
liberar para su recreación, mediante la contemplación estética del arte y la
espontaneidad lúdica a un espíritu cansado por el exceso de sujeciones que
determina la vida cotidiana.
El sociólogo tratará con creencias que se asumen o que están
institucionalizadas o investidas por la autoridad conferida por grupos de
personas específicos.
V.
Sociología del conocimiento y Las formas
elementales de la vida religiosa
La sociología del conocimiento de Durkheim en Las formas elementales de la vida religiosa, explora las homologías
existentes entre el orden social, el religioso y el del conocimiento,
argumentando que “las categorías
kantianas del conocimiento (tiempo, espacio, etc.) son producto de la
organización social, pues percibimos el mundo filtrado a través de las
clasificaciones sociales”. (Giner 2006:834). Los
diferentes tipos de ritos que Durkheim identifica y clasifica a partir de esta
sección, son las prácticas a partir de las cuales surgen las categorías: por
ejemplo, los ritos de sacrificio generan la categoría de fuerza, mientras que
los ritos imitativos generan la de causalidad.
Esta es la obra más madura
de Durkheim, donde se establece un discurso o teoría del conocimiento a partir
de la religión como primera expresión de lo social, y con él, el origen de las
sociedades. La herramienta de las categorías del conocimiento como marcos del
pensamiento intelectual procede de las formas de organización social, o lo cual
es lo mismo, de una racionalización social. Todo ello basado en el aislamiento
de los elementos esenciales de la mentalidad religiosa.
Es, por lo tanto, la sociedad la que hace que pensemos que el mundo
tiene unas formas determinadas. Los hombres no tienen desde un principio la
capacidad de clasificar las cosas, y considerar después que están divididos en
diferentes clases o tribus. Es más bien porque “los hombres viven en clases o en otros grupos por lo que clasifican las
cosas en general” (Campbell 1981:176). De forma similar, Durkheim sostiene que la naturaleza territorial del clan subyace al
concepto que los hombres tienen del espacio. Esto explica por qué hay
sociedades en Australia y Norteamérica donde el espacio se concibe en forma de
un inmenso círculo; creen que esto es así porque viven en un campo que tiene
una forma circular.
El problema kantiano de las categorías según A. Rawls, Durkheim lo
resuelve eliminando el dualismo “del
sensualismo (…), realizando una solución singular que consiste en explicar su
formación a través de la unión de la experiencia con la representación surgidas
de la acción” (Farfán 2012:246). Y lo hacen por medio de las prácticas
realizativas, como acciones colectivas, que tiene lugar la síntesis de la
experiencia con la formación de las representaciones de donde surgen las
categorías: “Durkheim sugiere que la
experiencia de la práctica realizativa aporta una solución a este problema [el
del conocimiento] porque los efectos colectivos de las practicas realizativas
son generales de modo inmediato y, por lo tanto, le dan una experiencia
inmediata de validez a las ideas” (Farfán 2012:246). Es este desenlace lo
que le da a la epistemología durkheimiana un lugar nuclear en su sociología,
pues ella abarca el germen conceptual que vuelve descifrable la totalidad de su
obra. En cuanto hace de las prácticas realizativas comunes el centro neural
para explicar la formación de las categorías, hace posible definir la capacidad
creativa de la acción, pero no sólo de las categorías, sino del mundo social
tras la forma del mundo moral. Rafael Farfán afirma que la acción de creación
de las categorías es el elemento central de Las formas elementales de la vida
religiosa, siempre y cuando en este libro se le de la
prioridad a la acción sobre la representación y no lo contrario, que es lo que
para él frecuentemente se hace cuando se lee este libro como un texto de
sociología del conocimiento.
Una vez establecido el
mecanismo empírico hay que decir que todas las manifestaciones se contemplan en
un rango categórico básico de dos elementos: tiempo y espacio, que luego se
enriquecen con otras categorías de menor rango. Sin embargo la comprensión de
estas categorías va más allá de lo racional, según Juan Carlos Alútiz es por
eso que se tiene en cuenta el valor de autoridad moral para entenderlas sin
entrar en apriorismos. De otra manera, obviando ese principio de autoridad
haría imposible toda vida en común. Una especie de disciplina lógica que viene
a ordenar los posibles desórdenes mentales y el caos perceptivo. El ser o no
ser de Hamlet: seguir el esquema de clasificación existente o inventariarse
continuamente. Una conclusión que se dirime de todo esto puede reducirse en la
cita que dice “la necesidad y existencia
de las categorías de pensamiento reside en una necesidad moral de la sociedad
para dotarse de un cuerpo de representaciones colectiva” (Alútiz 2005:118).
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