sábado, 15 de junio de 2013

APROXIMACIÓN A LAS FORMAS ELEMENTALES DE LA VIDA RELIGIOSA DE ÉMILE DURKHEIM EN RELACIÓN CON EL ENFOQUE DE DAVID BLOOR Parte III


IV. Las creencias y los ritos

Por lo tanto, el fenómeno religioso se divide en dos factores clave: las creencias y los ritos o ceremonias de culto. Y estas son las tres patas sobre las que Durkheim trazó la cartografía de Las formas elementales de la vida religiosa: los aspectos metodológicos, las creencias y el aparato ritual.

1.    Así pues Durkheim tras analizar los aspectos metodológicos y reducirlos a una religión elemental, criticó que las otras teorías anteriores sobre este tema se basaban en la experiencia individual, lo cual consideró que no puede darse, ya que es imposible aplicar la experiencia a algo que no se encuentra en ella misma (es decir no se puede basar en experiencias febriles y delirantes o sueños sistematizados para explicar alguna realidad concreta). Lo cual se establece en detrimento de cualquier interpretación psicologista de la sociedad a partir del individuo.
2.    En cuanto a las creencias totémicas se tiene en cuenta tres pilares: los registros etnográficos, la interpretación de estos registros y un tercero que planearía sobre la interpretación de conceptos como alma, espíritus, divinidad dentro del sistema totémico.
3.    Y aquí entra el tercer factor, ¿por qué se llega a concebir dicha expresión de lo sagrado bajo las formas totémicas? Pues según Durkheim, por una traslación de la representación identificativa de los tótem en las actividades profanas a los rituales ceremoniales. Es en estos momentos cuando se transfiere la carga emocional que se deposita en el símbolo representativo de los clanes: “De este modo el tótem se mostraría como la primera forma de ideación social por la que se representa esa nueva realidad nacida de la comunión asociativa, es decir, la sociedad” (Alútiz 2005:129)). Esta idea flaquea según otras teorías sociológicas, porque quedan flecos no explicados como la procedencia de esas imágenes, su continuum con los animales que representan, etc.

Es decir, qué fue antes, el huevo o la gallina, la pescadilla que se muerde la cola. De una u otra manera, esta conciencia religiosa aportó a los grupos un pensamiento colectivo
Durkheim
sobreañadido a la realidad sensorial. Y en esta tercera pata de la mesa es en la que Durkheim soporta la realimentación de esas creencias colectivas que mantienen el concepto de sociedad vigente. Los cultos, de cualquier tipo sirven para reforzar conceptos, por inclusión o por exclusión hacen que se aumente la sacralidad de determinados elementos, que representan no la realidad de ellos mismos, sino una realidad cargada de connotación o evocación. Estos ritos incluirían expulsiones o sacrificios, ritos miméticos, conmemorativos y piaculares. Todos ellos tienen como finalidad conseguir una eficacia moral para revitalizar las creencias que sostienen el culto, y esta es la que predispone a creer en la eficacia material del sacrificio para alimentar a los dioses y que cumplan así sus funciones cósmicas con la naturaleza.

En virtud de lo antecedente, Durkheim llega a otra conclusión: otra de las funciones y necesidad social que satisface la religión, es la de crear ese espacio social destinado al entretenimiento; espacio ocioso en el que se puede liberar para su recreación, mediante la contemplación estética del arte y la espontaneidad lúdica a un espíritu cansado por el exceso de sujeciones que determina la vida cotidiana.

El sociólogo tratará con creencias que se asumen o que están institucionalizadas o investidas por la autoridad conferida por grupos de personas específicos.

V. Sociología del conocimiento y Las formas elementales de la vida religiosa

La sociología del conocimiento de Durkheim en Las formas elementales de la vida religiosa, explora las homologías existentes entre el orden social, el religioso y el del conocimiento, argumentando que “las categorías kantianas del conocimiento (tiempo, espacio, etc.) son producto de la organización social, pues percibimos el mundo filtrado a través de las clasificaciones sociales”. (Giner 2006:834). Los diferentes tipos de ritos que Durkheim identifica y clasifica a partir de esta sección, son las prácticas a partir de las cuales surgen las categorías: por ejemplo, los ritos de sacrificio generan la categoría de fuerza, mientras que los ritos imitativos generan la de causalidad.

Esta es la obra más madura de Durkheim, donde se establece un discurso o teoría del conocimiento a partir de la religión como primera expresión de lo social, y con él, el origen de las sociedades. La herramienta de las categorías del conocimiento como marcos del pensamiento intelectual procede de las formas de organización social, o lo cual es lo mismo, de una racionalización social. Todo ello basado en el aislamiento de los elementos esenciales de la mentalidad religiosa.

Es, por lo tanto, la sociedad la que hace que pensemos que el mundo tiene unas formas determinadas. Los hombres no tienen desde un principio la capacidad de clasificar las cosas, y considerar después que están divididos en diferentes clases o tribus. Es más bien porque “los hombres viven en clases o en otros grupos por lo que clasifican las cosas en general” (Campbell 1981:176). De forma similar, Durkheim sostiene que la naturaleza territorial del clan subyace al concepto que los hombres tienen del espacio. Esto explica por qué hay sociedades en Australia y Norteamérica donde el espacio se concibe en forma de un inmenso círculo; creen que esto es así porque viven en un campo que tiene una forma circular.

El problema kantiano de las categorías según A. Rawls, Durkheim lo resuelve eliminando el dualismo “del sensualismo (…), realizando una solución singular que consiste en explicar su formación a través de la unión de la experiencia con la representación surgidas de la acción” (Farfán 2012:246). Y lo hacen por medio de las prácticas realizativas, como acciones colectivas, que tiene lugar la síntesis de la experiencia con la formación de las representaciones de donde surgen las categorías: “Durkheim sugiere que la experiencia de la práctica realizativa aporta una solución a este problema [el del conocimiento] porque los efectos colectivos de las practicas realizativas son generales de modo inmediato y, por lo tanto, le dan una experiencia inmediata de validez a las ideas” (Farfán 2012:246). Es este desenlace lo que le da a la epistemología durkheimiana un lugar nuclear en su sociología, pues ella abarca el germen conceptual que vuelve descifrable la totalidad de su obra. En cuanto hace de las prácticas realizativas comunes el centro neural para explicar la formación de las categorías, hace posible definir la capacidad creativa de la acción, pero no sólo de las categorías, sino del mundo social tras la forma del mundo moral. Rafael Farfán afirma que la acción de creación de las categorías es el elemento central de Las formas elementales de la vida religiosa, siempre y cuando en este libro se le de la prioridad a la acción sobre la representación y no lo contrario, que es lo que para él frecuentemente se hace cuando se lee este libro como un texto de sociología del conocimiento.

Una vez establecido el mecanismo empírico hay que decir que todas las manifestaciones se contemplan en un rango categórico básico de dos elementos: tiempo y espacio, que luego se enriquecen con otras categorías de menor rango. Sin embargo la comprensión de estas categorías va más allá de lo racional, según Juan Carlos Alútiz es por eso que se tiene en cuenta el valor de autoridad moral para entenderlas sin entrar en apriorismos. De otra manera, obviando ese principio de autoridad haría imposible toda vida en común. Una especie de disciplina lógica que viene a ordenar los posibles desórdenes mentales y el caos perceptivo. El ser o no ser de Hamlet: seguir el esquema de clasificación existente o inventariarse continuamente. Una conclusión que se dirime de todo esto puede reducirse en la cita que dice “la necesidad y existencia de las categorías de pensamiento reside en una necesidad moral de la sociedad para dotarse de un cuerpo de representaciones colectiva” (Alútiz 2005:118). 

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