Estrategias y formas
de acción de los nuevos movimientos sociales
La adaptación de estrategias y formas de acción por
parte de colectivos es una reacción natural al toparse con resistencias por
parte del poder establecido. En la sociedad actual, a raíz de un grado mayor de
autocontrol y autoconciencia estas estrategias se tornan mucho más importantes.
Los nuevos movimientos sociales, trascendiendo a meras masas enfervorecidas
necesitan también de estas estos resortes organizativos, si bien difieren de
los tradicionalmente usados por los grupos de política tradicional, y hasta de
otros movimientos de carácter parecido como el obrero del siglo XIX. Los
estudios sobre las conductas de estos grupos de presión son amplios desde los
años setenta, cuando se empiezan a percibir nuevos movimientos sociales.
Rucht establece tres líneas de acción para resumir en
su ensayo de este libro los mecanismos de estrategia adoptados por los
movimientos sociales: una perspectiva histórica, los factores determinantes en
las estrategias, y el caso concreto de los movimientos relacionados con el
ambientalismo, y sus fórmulas de acción.
En cuanto a la perspectiva histórica se contraponen
dos formas de ver los nuevos
movimientos sociales, una europea, más actual y
una americana donde el concepto quizás sea más antiguo. A lo largo de la
historia reciente de estos movimientos se ha pasado de una posición reactiva,
de huelgas y acciones concretas como revueltas, etc., a una metodología más
proactiva, es decir, luchas por reivindicaciones no formuladas anteriormente.
Un paseo por la obra de Tilly compara todos los resultados de los movimientos a
través de la historia, para llegar a la conclusión de que “actualmente los nuevos movimientos sociales parecen optar
deliberadamente por redes dotadas de una articulación laxa, y no debido a la
falta de recursos y de capacidades organizativas”[1].
Esta conclusión vuelve a repetirse en casi todos los artículos estudiados, para
remarcar que estos grupos o asociaciones no estructuradas se configuran no como
tales sino como pulsos de la sociedad que quizás funcionen sin estructura
remarcada ni líderes definidos. Incluso se apunta que muchos de los militantes
de estos movimientos llegan a contradecirse a la hora de depositar el voto en
las urnas, contradecirse en el aspecto de que pueden votar a un partido en el
que se defiende algún extremo contrario al propio movimiento en el que se
milita, o incluso que se pueda militar en varios movimientos de diferente color
al mismo tiempo. Por otro lado, los movimientos sociales actuales no afectan
sólo al ámbito político, sino que lo hacen también al jurídico.
Rucht llega a la conclusión además, que la evolución
de estos movimientos va derivando dejando de lado las actividades violentas o
terroristas en favor de actos de desobediencia civil, y añade que “las preocupaciones de los nuevos movimientos
sociales giran mucho más en torno a problemas concretos o específicos, que no
pueden resolverse con la redistribución de los medios de producción y de la
riqueza en el marco de un sistema político enteramente nuevo”[2].
Por ello considera fundamental el factor desobediencia civil, para que
funcionen las reivindicaciones, y aporta un alto grado de importancia a los medios
de comunicación de masas para que la sociedad tenga en cuenta estas
postulaciones. No obstante coincide en que los movimientos sociales agrupan
todas las variantes de acción, desde las nombradas hasta la violencia
explícita.
En cuanto a los factores determinantes de las
estrategias y formas de acción, el autor vuelve a incidir en que los estudios
son variados y las perspectivas muy diferentes muchas de ellos “sin ninguna base teórica o conceptual explícita”[3],
pero exceptúa a las teorías de Ralph Turner, que dio forma a una teoría
sistemática de las estrategias basada en la persuasión, negociación y coerción.
En cuanto a la lógica de acción, destaca varias
posibilidades: una lógica instrumental que implica una estrategia orientada
hacia el poder y una lógica expresiva, orientada hacia la identidad. Pero
concluye apuntando que “un movimiento
puede atravesar ciertas fases, cambiar de tendencia ideológica o asumir
objetivos varios, y a lo largo de esta trayectoria su estrategia general puede
resultar relativizada y hasta eliminada”[4].
Por lo que según las circunstancias los movimientos pueden elegir una
estrategia específica o en una combinación de varias.
En cuanto a las estrategias y las formas de acción de
los movimientos Rucht indica que puede haber otros factores en juego, además de
la lógica de esos movimientos, y los divide en macroestructurales, relacionados
con el régimen económico, estratificación social, o valores básicos; y
mesoestructurales como constelaciones de partidos reglas, opinión pública,
tendencias, etc. Además de otros factores aledaños como luchas en un falso
terreno, estrategia inapropiada, división interna, derrumbe organizativo, etc.
Por último Dieter Rucht analiza el caso de los movimientos
de corte ambientalistas. Según el autor estos grupos no sólo usaron los medios
de lucha convencional sino que participaron en concentraciones de masas, en
acciones subversivas e incluso en acciones violentas, esto es, adoptaron una
estrategia combinada. De hecho, y según se apliquen los factores externos
macroestructurales y mesoestructurales hay grupos de acción que se han
especializado en las luchas de una y otra forma. Así lo resume el autor: “la elección de estrategia por parte de los
grupos locales depende no sólo de sus aliados, sino también, en gran medida de
sus oponentes, cuya conducta conflictiva y a veces acomodaticia ejerce una
influencia considerable de cara a reforzar, debilitar o dominar la tendencia a
la radicalización”[5].
A modo de conclusión se estima que de los rasgos que
caracterizan las actividades de los nuevos movimientos son “el enriquecimiento del repertorio de
acciones y el uso paralelo y flexible de formas tanto convencionales como no
convencionales de acción”[6].
No hay comentarios:
Publicar un comentario