VI. El
Programa Fuerte de la Sociología del Conocimiento
El panorama de la sociología de la
ciencia fue dominado desde los años cuarenta
hasta mediados de los años setenta
por la sociología mertoniana y los trabajos de la Escuela de Columbia. En la década de los setenta nacerá
una corriente de la sociología de la ciencia conocida como el Programa Fuerte
de la sociología del conocimiento. El Programa Fuerte engloba a un nutrido
grupo de autores, de diversas especialidades, aunque sus más destacados exponentes
y defensores han sido Barnes y Bloor, y ambos compartían intereses comunes en
torno a cuestiones de índole filosófica y epistemológica. Tratan de dar cuenta
de los factores sociales que intervienen en los procesos de producción y
validación del conocimiento científico, modificando “el enfoque tradicional de la ciencia” (Giner 2006:683) como
conocimiento verdadero por el de creencias socialmente aceptadas.
David Bloor |
Según Bloor el conocimiento debe ser distinguido de la simple
suposición. El conocimiento como tal, es aquello sustentado colectivamente,
mientras que lo individual se percibe como simple suposición. El componente
convencionalista del conocimiento es un elemento explícito de su trabajo. La
sociología de la ciencia, deberá centrarse en el análisis de la distribución de
la creencia y de los distintos factores que influyen en ello. Todo ello se “deberá establecer en un idioma causal
semejante al del resto de los científicos” (Blanco 1994:60). Su
preocupación será ubicar las regularidades y principios dentro del campo de
acción de la sociología del conocimiento.
Bloor afirma que la sociología del conocimiento debe afrontar toda
clase de conocimiento, sin limitación alguna, no puede detenerse frente dos
límites que tradicionalmente la han bloqueado en sus atribuciones:
1.
La sociología del conocimiento no puede “establecer una discontinuidad entre
conocimiento común y conocimiento científico” (Castro 2008:460). No debe
dirigirse únicamente hacia los aspectos institucionales, sino también hacia el
conocimiento per se.
2.
La consideración crítica de la verdad
científica, y no sólo del error. La evidente apariencia de que la verdad,
cuando es tal, se abre paso sola y que, cuando la evidencia empírica se une a
un adecuado método, entonces la verdad y el conocimiento brotan por sí mismos.
La verdad y la razón pertenecerían así, a un ámbito trascendente, que no
requiere explicación alguna.
Para llevar acabo su tarea el programa fuerte, Bloor realiza una
declaración metodológica con cuatro principios:
1.
El principio de causalidad, es decir,
ocuparse de las condiciones que dan lugar a las creencias o a los estados de
conocimiento; causas que no tienen por qué ser exclusivamente sociales. Hay que
buscar en las causas sociales la clave de la constitución de las creencias científicas.
2.
El principio de imparcialidad con
respecto a la verdad y la falsedad, la racionalidad y la irracionalidad, el
éxito o el fracaso. Ambos términos de estas dicotomías exigen explicación.
Lleva a explicar tanto lo que se considera falso, como lo que se toma por
verdadero.
3.
El principio de simetría: la sociología
debe ser simétrica en su estilo de explicación. Los mismos tipos de causas
deben explicar, digamos, las creencias falsas y las verdaderas. El principio de
simetría viene a precisar lo planteado en los dos anteriores: los procesos
causales en virtud de los cuales se da cuenta de la actividad científica deben
ser los mismos, sean cuales las creencias, verdaderas o falsas, que se desean
explicar. El mismo tipo de causas servirán para explicar la verdad y la
falsedad, lo racional y lo irracional, el éxito y el fracaso.
4.
Principio de reflexividad: en principio,
sus patrones de explicación, los de la sociología del conocimiento científico,
deberían ser aplicables a la sociología misma. Se trata de un requerimiento
obvio de principio, de otro modo, la sociología sería la refutación viva de sus
propias teorías. Defiende que las mismas explicaciones y procedimientos deben
aplicarse a la sociología.
Todo esto conllevaba a que la epistemología social se observe como un
desafío para la perspectiva clásica de la ciencia, puesto que, esta nueva
epistemología deterioraba las legitimaciones dominantes de la ciencia y minaba
la forma tradicionalmente aceptada de percibir la historia interna del estudio
de las “contaminaciones externas” (Blanco 1994:58), y vinculada al concepto de
contaminación y la dualidad durkheimiana de lo sagrado y lo profano.
Todas estas transformaciones orientan a que el programa fuerte observe
el conocimiento como un fenómeno social. Blanco Merlo subraya que:
1.
El conocimiento se distingue de la creencia por su aceptación como
convención. La comunidad se erige en la autoridad que sustenta el conocimiento
y lo justifica en tanto que se erige en institución.
2.
El conocimiento es constitutivamente práctico, se establece durante el
curso de la acción.
3.
La estructura de las relaciones sociales en la sociedad se puede
expresar como homología de los sistemas de clasificación natural. Nuestro
sentido de lo mismo y de lo diferente en la naturaleza no es estable, pues está
mediado por la estructura social.
4.
El conocimiento, en último extremo, legitima las instituciones y las
relaciones sociales. Existe un interés en la resolución de los problemas de
orden y del control social, lo que a su vez implica abordar la producción,
transmisión y aceptación del conocimiento en todas las sociedades.
Los últimos
años han conocido una profunda transformación en la sociología del conocimiento
científico como resultado de la influencia del programa fuerte. Han surgido otras
corrientes muy prometedoras en el campo de la sociología del conocimiento
científico. Bloor afirmaba la exigencia de aplicar el principio de simetría al
análisis del conocimiento científico, de modo que tanto el error como el
acierto, la verdad y la falsedad, la racionalidad o la irracionalidad, fuesen
objeto de similares estudios causales, evitando el sesgo en que habían
incurrido las tradicionales disciplinas filosófico-sociales en su análisis del
saber científico. Sin embargo, los autores encuadrados en esta nueva corriente
reprocharán a los fundadores del programa fuerte cierta timidez y limitación a
la hora de sacar las conclusiones de sus propias apuestas.
La aspiración última del sociólogo es la de construir teorías para
explicar las regularidades. Si estas teorías satisfacen los requisitos de
máxima generalidad, tendrán que aplicarse a las creencias verdaderas y falsas
por igual y, hasta donde sea posible, el mismo tipo de explicación tendrá que
aplicarse en ambos casos.
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