miércoles, 12 de junio de 2013

CLIFFORD GEERTZ IDEOLOGÍA: SU CONCEPCIÓN CON LA SEMIÓTICA Y LA RETÓRICA


La ideología gerrtziana es comprendida como integración o conservación de la identidad. Aquí el asunto nuclear es la conversación;  antropológica y relacionada con un marco conceptual que no es casual ni estructural y ni siquiera de motivación; es semiótica. Para Geertz la acción es simbólica, lo mismo que el lenguaje. Esa es la razón por la cual requerimos sistema complementario de símbolos que son modelos culturales. Al presentar textos el antropólogo adopta nuevos roles en su trabajo: así aparecen escribas, traductores, intérpretes, observadores. El material simbólico no puede observarse más que en el proceso mismo de interacción simbólica. Para Geertz las personas están inmersas en una red de significación que ellos mismos han creado. Resalta la intervención simbólica de la acción, el hecho de que no hay ninguna acción social que no esté ya simbólicamente determinada. Destaca la correlación establecida entre ideología y retórica. La ideología es la retórica de la comunicación básica, los recursos retóricos componen una parte intrínseca del lenguaje corriente.

Desarrollar el esquema o guión

  • La ideología es concebida como integración o conservación de la identidad.
  • La actitud principal no es de sospecha, sino la conversación. La actitud está relacionada con un marco conceptual, es semiótico.
  • Geertz trata de abordar el concepto de ideología mediante los instrumentos de la semiótica.
  • Geertz quiere decir que el análisis de la cultura no es “una ciencia experimental en busca de leyes sino una ciencia interpretativa en busca de significaciones” (Ricoeur, 2006:276). Similitud con Max Weber.
  • Correlación establecida entre ideología y retórica.
  • La ideología es la retórica de la comunicación básica.
  • Algo se hace ideológico cuando la función integradora se petrifica, cuando se hace retórica, cuando prevalecen la esquematización y la racionalización.
  • La posibilidad de que la retórica pueda ser integradora y no necesariamente deformadora nos lleva a un concepto de ideología no despectivo.


Redacción

El planteamiento teórico de Geertz proviene de Max Weber a través de Talcott Parsons, teóricos de la literatura como Kenneth Burke, la escuela antropológica de cultura y personalidad, y filósofos como Ricoeur y Wittgestein. Para Geertz “la cultura es semiótica, el estudio de códigos de significado compartidos, y viene a conformar un conjunto de textos” (Giner, 2006:365).

La ideología se fundamenta en imágenes, conceptos y premisas que suministran los marcos mediante los cuales representamos, interpretamos, comprendemos y producimos significado a la existencia social. La ideología es una dimensión constitutiva de la sociedad y de la formación de la subjetividad humana. Tal como afirma Clifford Geertz en un artículo de 1964, la ideología no es sino “una tentativa de dar sentido a situaciones sociales incomprensibles, de interpretarlas de manera que sea posible obrar con significación dentro de ellas” (Ariño, 2007:147); las ideologías son mapas de una realidad social complicada, diversa y troquelada para conformar una conciencia colectiva. Esta concepción no es valorativa, sino neutra y plenamente general.

Las ideologías desempeñan la función de “definir e indeterminar las categorías sociales, asentar o alterar las expectativas sociales, conservar o desgastar las normas sociales, fortalecer o debilitar el consenso social, y paliar o encolerizar las tensiones sociales” (Ariño, 2007:147). La ideología, es el conjunto de creencias por el cual los seres humanos representan el mundo y elaboran significado. La ideología cambia no en una simple significación de la realidad que se erige como una visor a través del cual los agentes sociales comprenden el mundo en el que están inmersos, sino en una dialéctica que actúa, por un lado, en el nivel de la significación: en el sentido y las significaciones, distorsionando con ello el mundo social, y por otro lado, ésta tiene un efecto político contundente a través de dichas significaciones que “actúan como instrumento de legitimación y reproducción de dicho mundo social, en su condición de desigual” (Ariño, 2007:147).

Según Ricoeur, el concepto de ideología de Geertz es entendida como integración o conservación de la identidad. Aquí la actitud principal es la conversación, una actitud antropológica y relacionada con un marco conceptual que no es casual ni estructural y ni siquiera de motivación; es semiótico. Geertz intenta aproximar el concepto de ideología a través de los instrumentos de la  semiótica, quiere decir que el análisis de la cultura no es “una ciencia experimental en busca de leyes sino una ciencia interpretativa en busca de significaciones” (Ricoeur 2006:276), por lo tanto adyacente a la perspectiva weberiana. La metáfora se caracteriza, nos dice Geertz, porque transgrede las significaciones corrientes y literales y, por tanto, extiende el lenguaje al ampliar su alcance semántico y “suele ser más efectiva cuanto más falsa es” (Ariño, 1997:200).

Se infiere la cultura como un proceso semiótico, emergiendo con ello y de un modo
Geertz
sustantivo, el concepto de acción simbólica y Geertz accede a él a través de Kenneth Burke, aunque con una significación diferente entre ambos. Burke manifiesta que el lenguaje es en realidad acción simbólica. Pero para Geertz la acción es simbólica, lo mismo que el lenguaje. Ricoeur se inclina a concebir la acción como algo dado por mediación simbólica, porque la acción simbólica no es una acción que acometemos, sino que es una acción que suplantamos por signos. Geertz emplea la irresoluta noción de símbolo extrínseco; quiere evidenciar que la acción está dirigido desde adentro por símbolos y llama a esos símbolos extrínsecos a diferencia de otra serie de símbolos determinados por la genética, caso en el que los códigos están incorporados en el organismo vivo. Esta distinción entre modelos extrínsecos e intrínsecos simboliza un intento de constituir la línea divisoria entre modelos que hallamos en la biología y modelos desarrollados en la vida cultural. Geertz sostiene que la plasticidad o flexibilidad biológica de la vida humana no nos concede un itinerario para tratar las diversas situaciones culturales, como la escasez, las cuestiones del trabajo, etc. Esa es la razón por la cual requerimos sistema complementario de símbolos que son, no naturales, sino modelos culturales. La consideración saliente es, esos símbolos y modelos funcionan de la misma forma que los modelos intrínsecos.

Algunos autores proponen observar cómo la noción de configuración se muestra básicamente productiva para comprender los dominios de tipo discursivos que posibilitan analizar las transformaciones históricas. Porque es en ese ámbito donde se produce la necesidad de operativizar las escalas de configuración y materialidad, para interpretarlas como producto de procesos históricos e ideológicos. Es precisamente aquí, donde “Geertz se refiere a los géneros, las figuras y a los diferentes métodos estilísticos, como procesos con lo que se sustenta la ideología para proveer marcos simbólicos de aprehensión y pautas que dirigen la acción” (Bitonde, 2008:66). Razonamos y discernimos comparando los estados, procesos y modelos simbólicos, los estados y procesos del mundo exterior. Discernir es comparar lo que vemos con las reglas del ritual. Un objeto, acontecimiento, acto o una emoción se reconoce ubicándolo sobre el fondo de un símbolo apropiado. Entonces vemos el movimiento como algo que realiza la gente, como la realización de un sacrificio, etc. La noción de comparar es el tema central. Las configuraciones culturales son programas que nos facilitan, según Geertz, un patrón o molde de la organización de procesos sociales y psicológicos, así como los sistemas genéticos nos suministran tal patrón para la organización de los procesos orgánicos. El proceso semiótico procura un plan.

La concepción de los símbolos como modelos conductores para la acción aparece en la definición de ideología en Geertz. Ésta establece un mapa cognitivo que orienta en situaciones de crisis; lo que más directamente da nacimiento a la actividad ideológica es una pérdida de orientación, una incapacidad (por falta de modelos viables) de comprender
Geertz
el universo de responsabilidades y derechos cívicos en el que uno se encuentra
” (Nivón, 1991:45). Esta dimensión cognoscitiva de los sistemas simbólicos es resaltada cuando Geertz afirma, refiriéndose a la ideología como sistema cultural, que dichos sistemas constituyen fuentes extrínsecas de información que entran en juego en situaciones en las que escasea el tipo particular de información que ellos contienen, en situaciones en que las guías institucionalizadas de conducta, de pensamiento o de sentimiento son frágiles o no existen. No son por ello simplemente redes de significados en las que los hombres se encuentran fijados, como dice Geertz siguiendo a Weber, sino que en la medida en que guían a los hombres en sus relaciones entre sí. Dichos sistemas se establecen en “ideologías que distinguen unas realidades humanas, políticas y económicas de otras” (Nivón, 1991:45).

Podemos encontrarnos en este terreno fértil de las ideologías entendidas como sistemas de símbolos, la opinión de Alexander que las descifra como patrones de significados interactivos. Según este autor, aunque Geertz quiera escapar a la ceguera simbólica de Marx e incluso de Parsons, su problema reside en confinarse en una teoría culturalista, al privilegiar la interpretación de las acciones simbólicas sobre los sistemas culturales, aquí el énfasis pasa del texto al autor. Al centrarse en el desarrollo de una teoría de la acción simbólica, Geertz queda atrapado en el dilema interpretativo. Esas experiencias y su inevitable propensión a la tarea interpretativa desarrollaron en Geertz su preocupación por el estilo literario en la producción de etnografías y en peso hermenéutico de su proyecto antropológico. Su planteamiento interpretativo requería de una sofisticación y flexibilidad literaria, por lo cual “hizo de las formas retóricas un asunto central para discernir temas de posicionamiento en la interpretación cultural” (Del Cairo, 2008:25).

Aquí la cuestión orbita en torno a la posibilidad de establecer una relación de una ideología con los recursos retóricos del discurso. Geertz critica las teorías más corrientes de la ideología pues suponen algo que ellas mismas no comprenden: cómo el relajamiento de una tensión se convierte en un símbolo o cómo un interés está expresado en una idea. Geertz afirma que la mayor parte de los sociólogos dan por descontado lo que significa decir que un interés está expresado por algo diferente. Pero ¿cómo llegan a expresarse los intereses? Geertz asevera que podemos dar una respuesta a esto sólo analizando “cómo los símbolos simbolizan, cómo funcionan para expresar significaciones” (Ricoeur, 2006:278). Geertz asegura que los sociólogos carecen de los recursos simbólicos con los cuales pudieran cimentar una formulación más precisa.

Es peculiar el intento que hace Geertz de relacionar el análisis no sólo con la semiología en su significación más vasta, sino con la parte de la semiología que trata las figuras de dicción, la tropología, los recursos retóricos que no tienen necesariamente la finalidad de engañarnos o de engañar a los demás. La posibilidad de que la retórica pueda ser integradora y no necesariamente deformadora nos lleva a un concepto de ideología no despectivo. En el concepto de ideología hay algo de irreductible. Aún cuando aislemos de ella los otros dos estratos de la ideología, queda la función integradora de la ideología, la de conservar una identidad. Erikson dice que debemos ir más allá del concepto propagandístico de ideología, según el cual la ideología es “una forma sistemática de pseudología colectiva” (Ricoeur, 2006:278).


Sobre la base de este análisis de la ideología como función integradora, Paul Ricoeur destaca los siguientes puntos:

  • Al modificar la manera en que se construye el concepto de ideología, resaltamos la intervención simbólica de la acción, el hecho de que no hay ninguna acción social que no esté ya simbólicamente determinada. Ya no podemos decir que la ideología es tan sólo una clase de superestructura, porque los sistemas simbólicos pertenecen ya a la infraestructura, a la constitución básica del ser humano. Aquí la cuestión está posiblemente en el término “extrínseco”, pues lo que se llama extrínseco, es aún constitutivo del ser humano.
  • Destacar la correlación establecida entre ideología y retórica. Habermas puso de relieve esta conexión puesto que, discutió el problema de la ideología considerando  la comunicación y la falta de la misma. La ideología es la retórica de la comunicación básica, porque no podemos rechazar del lenguaje los recursos retóricos; éstos componen una parte intrínseca del lenguaje corriente. En su función integradora, la ideología es análogamente básica e ineluctable.
  • Reside en cuestionar si nos es legítimo hablar de ideologías fuera de la situación de deformación y hacerlo sólo con referencias a la función básica de integración. Ricoeur recela de si podemos concebir la ideología a culturas que están fuera de la situación posterior a la ilustración, situación en que se encuentran todas las culturas modernas circunscritas ahora en un proceso no sólo de secularización, sino básicamente en un enfrentamiento sobre ideales básicos.


Tomás Javier Prieto González
Santa Cruz de Tenerife
24 de Marzo 2013

Bibliografía:

Ariño Villarroya, A. (2007). Ideología, sistemas de creencias y representaciones sociales. Representaciones sociales y psicología social. Comportamiento, globalización y posmodernidad.  Promolibro. Valencia. Pp. 138-153.

Ariño Villarroya, A. (1997). Ideologías, discursos y dominación. Reis. 79/97. Centro de investigaciones Sociológicas. Madrid. Pp. 197-219.

Bitonde, M. (2008). La socio-semiótica como forma de pensamiento crítico. De la teoría al trabajo sobre configuraciones materiales. Perspectiva de la comunicación. Vol. 1, Nº 2. Universidad de la Frontera. Chile. Pp. 59-71.

Del Cairo, C., Jaramillo Marín, J. (2008). Clifford Geertz y el ensamble de un proyecto antropológico crítico. Tabula Rasa. Bogotá. Colombia, Nº8. Pp 15-41.

Giner, S., Lamo de Espinosa, E.,Torres C. (2006). Diccionario de Sociología. Alianza Editorial. Madrid.

Martínez Olguín, J. (2009). La ideología como condición de la cultura. Revista Margen. Argentina. Edición Nº 54. Pp 1-8.

Nivón, E., Rosas, A. (1991). Para interpretar a Clifford Geertz. Símbolos y metáforas en el análisis de la cultura. Alteridades. México. Pp. 40-49.

Ricoeur, P. (2006). Ideología y utopía. Gedisa. Barcelona.

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