La objeción de la autorrefutación
Si
las creencias de alguien obedecen siempre a ciertas causas o determinaciones y
hay en ellas necesariamente un componente proporcionado por la sociedad, a
numerosos críticos les ha parecido que estas creencias están, en consecuencia,
condenadas a ser falsas o injustificadas. Al parecer, ninguna teoría
sociológica puede ser de alcance general si no quiere sumergirse reflexivamente
en el error y destruir su propia credibilidad. La sociología del conocimiento
debe confinarse a ser una sociología del error. No puede haber una sociología
del conocimiento, causal y general, especialmente cuando se trata del conocimiento
científico.
Este
argumento depende del modelo teleológico o de una forma individualista de
empirismo. La conclusión se deduce, sólo so primero se aceptan dichas teorías,
pues la objeción tiene como premisa la idea central de que la causalidad implica
error, desviación o limitación.
Grünwald,
uno de los primeros críticos de Mannheim establece el supuesto de que la
determinación social tiende a llevar a un pensador al error: “es imposible
hacer ninguna afirmación significativa sobre la determinación social de la
ideas sin tener un punto arquimédico que se sitúe más allá de cualquier
determinación social”. Grünwald extrae la concusión de que cualquier teoría
que, como la de Mannheim, sugiera que todo pensamiento está sujeto a una
determinación social, debe refutarse a sí misma.
Ésta
sería una objeción convincente en contra de cualquier teoría que afirmara, de
hecho, que la determinación existencial implica falsedad, Si el conocimiento
depende de la existencia de un punto de vista privilegiado exterior a la
sociedad, y si la verdad depende de salirse del nexo causal de las relaciones
sociales, entonces podemos darlos por perdidos. El sociólogo supone que el
conocimiento objetivo es posible, de modo que no todas las creencias deben
estar determinadas socialmente. Según Lovejoy, los “relativistas sociólogos”
necesariamente presuponen las limitaciones estarían diseñadas para poder
abarcar criterios de verdad factual e inferencia válida. De modo que también
esta objeción descansa en la premisa de que la verdad factual y la inferencia
válida serían violadas por creencias sometidas a determinación, o al menos a
determinación social.
Bottomore
“y si todas las proposiciones están determinadas ninguna proposición es
absolutamente verdadera, entonces esta misma proposición, si es verdadera no es
absolutamente verdadera, sino que está determinada existencialmente”.
La
premisa de que la causalidad implica error, sobre la cual descansa estor
argumentos, ya ha sido expuesta y rechazada. El que una creencia sea juzgada
como verdadera o falsa no tiene nada que ver con que tenga o no causa.
La objeción del conocimiento futuro
El
determinismo social y el determinismo histórico son dos ideas estrechamente
relacionadas. Quienes creen que hay leyes que rigen los procesos sociales y las
sociedades se preguntarán si también hay que leyes rijan su sucesión y
desarrollo históricos. La sociología del conocimiento haya sido criticada por
quienes creen que la propia idea de ley histórica está basada en el error y la
confusión, uno de esos críticos es Karl Popper.
Una
sociología que suministrara leyes permitiría la predicción de futuras
creencias. En principio parece que habría de ser posible saber qué aspecto
tendrá la física del futuro, igual que es posible predecir los estados futuros
de un sistema mecánico: si se conocen sus leyes y su posición inicial, así como
las masas y las fuerzas que los componen, se deben poder determinar su
posiciones futuras.
La
objeción de Popper a esta ambición es, en parte, informal y, en parte, formal.
De manera informal, observa que el comportamiento y la sociedad humanos no
ofrecen el mismo espectáculo de ciclos repetidos de acontecimientos que ciertas
partes limitadas del mundo natural Así que las predicciones a largo plazo son
muy poco realistas; y hasta aquí no podemos dejar de estar de acuerdo con él.
Es
imposible, según Popper, predecir el conocimiento futuro, y la razón está que
cualquier predicción de este tipo debería dar cuenta del descubrimiento de ese
conocimiento. El modo en que nos comportamos depende de lo que sabemos, así que
el comportamiento futuro dependerá de ese conocimiento impredecible y, por
tanto, también será impredecible. Este argumento conduce a crear un abismo
entre las ciencias naturales y las sociales en la medida en que éstas se
atrevan a afectar a los humanos en tanto que poseedores de conocimiento.
Sugiere que las aspiraciones del programa fuerte está mal encaminada y que
debería proponerse algo más modestamente empírico. La observación de Popper es
correcta, aunque trivial, probaría que es imposible hacer previsiones en el
mundo físico. El razonamiento es éste: es imposible hacer previsiones en física
que utilicen o se refieran a procesos físicos de los que no sabemos nada. Ahora
bien, la evolución del mundo físico depende, en parte, de la acción de estos
factores desconocidos: el mundo físico es impredecible.
Se
objetará que todo lo que se prueba con esto es que nuestras predicciones serán
con frecuencia erróneas, no que la naturaleza sea impredecible. Lo que Popper
está ofreciendo es un razonamiento inductivo basado en el cúmulo de nuestras
ignorancias y omisiones. La razón que da es que las acciones futuras de la
gente a menudo dependerán de cosas que se sabrán entonces pero que no sabemos
ahora, por lo que nos podemos tenerlas en cuenta cuando hacemos la predicción.
La conclusión correcta que debe de sacarse para las ciencias sociales es que
apenas podremos avanzar a no ser que sepamos al menos tanto como ellos sobre su
situación.
El
conocimiento limitado y el amplio campo de error aseguran que estas previsiones
serán falsas en su mayor parte, El hecho de que la vida social dependa de la
regularidad y el orden nos permite esperar la posibilidad de un progreso.
Popper considera la ciencia como una perspectiva incesante de conjeturas
refutadas.
La
superficie empírica del mundo natural está dominada por tendencias. Esas
tendencias se refuerzan o debilitan esa función de una lucha subyacente entre
leyes, condiciones y contingencias. Nuestra comprensión científica trata de
entresacar aquellas leyes que, como estamos tentados de decir, están “detrás”
del estado de las cosas. Al oponer los mundos natural y social, la objeción
omite compararlos al mismo nivel, pues compara las leyes subyacentes a las
tendencias físicas con la superficie puramente empírica de las tendencias
sociales.
El
estudio histórico de Kuhn sobre la astronomía es un inventario precisamente de
lo difícil que es encontrar regularidades bajo las tendencias. El que haya o no
leyes sociales subyacentes es una cuestión de investigación empírica y no de
debate filosófico. Las leyes que surjan podrán no regir tendencias históricas
globales, pues éstas son probablemente mezclas complejas, como el resto de la
naturaleza. Los aspectos del mundo social que se ajusten a leyes se referirán a
factores y procesos que se combinan para producir efectos empíricamente
observables.
Para
concretar la discusión sobre leyes y predicciones, puede ser útil finalizar con
un ejemplo que muestre qué tipo de ley es el que busca realmente el sociólogo
de la ciencia.
La
búsqueda de leyes y de teorías en la sociología de la ciencia es, en sus
procedimientos, absolutamente idéntica a la de cualquier otra ciencia, lo que
significa que deben seguirse los pasos siguientes:
·
La investigación
empírica debe localizar los acontecimientos típicos y repetitivos. Tal
investigación puede haberse inspirado en una teoría anterior, en la violación
de una expectativa tácita o en necesidades prácticas.
·
Debe inventarse
una teoría que explique esas regularidades empíricas, para lo cual formulará un
principio general o recurrirá a un modelo que dé cuenta de los hechos, Al
hacerlo, la teoría proporcionará un lenguaje con el que poder hablar de ellos,
a la vez que afinará la percepción de esos mismo hechos. El alcance de la
regularidad se verá con mayor claridad cuando se logre dar una explicación de
la vaga formulación inicial. La teoría o el modelo pueden explicar no sólo por
qué se da la regularidad empírica sino también por qué no se da en ciertas
ocasiones.
La
teoría puede sugerir investigaciones empíricas más refinadas que, a su vez,
pueden reclamar más trabajo teórico, como puede ser la refutación de la teoría
original o la exigencia de su modificación y reelaboración.
Un
planteamiento más naturalista se limitará a tomar los hechos tal y como son a
inventar una teoría para explicarlos. Una de las que se han propuesto para
explicar las disputas sobre la prioridad considera el funcionamiento de la
ciencia como un sistema de intercambio. Las “contribuciones” se intercambian
por “reconocimiento” y status. Como el reconocimiento es importante y un bien
escaso, se lucha por conseguirlo, lo que origina las disputas sobre la
prioridad. La ciencia depende en buena medida de la publicación y comunicación
de los conocimientos, por lo que cierto número de científicos a menudo se
encuentran en situación de realizar avances similares. Se trata de una carrera
reñida entre corredores muy igualados. Los descubrimientos implican algo más
que hallazgos empíricos: implican cuestiones de interpretación teóricas. Los
descubrimientos que tiene lugar en momentos de cambio teórico desencadenan
disputas; aquellos que se hacen en momentos de estabilidad teórica no lo hacen.
Evidentemente,
la cosa no se queda aquí:
1.
Habrá que contrastar
la versión refinada de la ley para ver si es plausible empíricamente. Contratar
une predicción sobre las creencias y comportamientos de los científicos.
2.
Habrá que
desarrollar otra teoría que de sentido a la nueva ley.
De
lo que se trata es del modo general en que los hallazgos empíricos y los
modelos teóricos se relacionan entre sí, de cómo interactúan y se desarrollan.
Lo importante es que en las ciencias sociales lo hacen exactamente del mismo
modo que en cualquier otra ciencia.
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