La negociación en el pensamiento lógico
y matemático
Retomamos
el análisis de la compulsión lógica; su intención es añadir a las explicaciones
ofrecidas hasta ahora un proceso completamente nuevo que denominaré
“negociación”. Las convenciones, las normas o las instituciones sociales no
siempre nos constriñen a través de la internalización directa del sentido de lo
correcto y de lo erróneo, y además, no pueden hacerlo; y de igual manera que
nuestros papeles y obligaciones sociales pueden entrar en conflicto, puede
ocurrir lo mismo con los resultados de nuestras instituciones lógicas. Para una
comprensión cabal de este fenómeno, necesitaremos, más que nunca, una
perspectiva sociológica. Mill debate con Whately si el silogismo contiene una “petito principii”
Todos
los hombres son mortales
El
Duque de Wellington es un hombre
Luego
el Duque de Wellington es mortal
Mill
cree que, efectivamente, aquí se da una circularidad.
El consejo de Lord Mansfield
La
parte más familiar de la teoría de Mill es que el razonamiento procede de lo
particular a lo particular. La inferencia sobre la mortalidad del Duque se basaba en una generalización inductiva
y en una asociación de ideas: la experiencia de los casos pasados permite hacer
generalizaciones seductivas fiables sobre la muerte y éstas se extrapolan
naturalmente para respaldar casos que parecen muy similares a aquellos que
acontecieron en el pasado. Mill dice que el verdadero proceso de inferencia
consiste en el tránsito de los casos particulares pasados a los casos
particulares del presente, por lo que el proceso de pensamiento involucrado no
depende de la generalización de que todos los hombres seamos mortales.
Mill
deja caer las alusiones que mencionábamos. Las proposiciones generales son para
Mill simplemente “registros” de las inferencias que ya hemos realizado. El
razonamiento consiste en el acto específico de asimilar los nuevos casos a los
viejos. Mill se refiere a la generalización de que todos los hombres son
mortales como a un “recordatorio”. La inferencia sobre la mortalidad de
cualquier persona específica, dice Mill, no resulta del propio recordatorio
sino más bien de aquellos casos pasados que sirvieron para establecer dicho
recordatorio.
Para
Mill, hablar en esos términos de las premisas y los principios conlleva dos
ideas:
1.
Sugiere que son
derivados o simples epifenómenos.
2.
Mientras indica
que no son centrales para el acto del razonamiento en sí, sugiere que podrían
desempeñar alguna otra función positiva, aunque diferente de la que se le suele
atribuir. El modo en que Mill habla de esta otra función evoca un medio de
documentar y archivar lo que ha ocurrido.
Si
las razones no llevan a conclusiones, sino que simplemente son ideas a
posteriori, ¿qué relación mantienen entonces con esas conclusiones? Mill
considera que la conexión entre los principios generales y los casos que caen
bajo su ámbito es algo que debe crearse: se tiene que construir un puente
interpretativo.
Mill
trata el silogismo: sus estructuras formales se conectan con las inferencias
reales a través de un proceso interpretativo. La lógica formal es un modo de
exponer las cosas, una disciplina impuesta, una estructura superficial
construida y más o menos artificial. La idea central es que los principios
formales de la razón son herramientas de los principios informales del
razonamiento. La lógica deductiva es el producto de una reflexión
interpretativa a posteriori.
¿Cómo
se expresa la prioridad de lo informal sobre lo formal?:
1.
El pensamiento
informal puede utilizar el pensamiento formal, puede tratar de fortalecer y
justificar sus conclusiones predeterminadas fundiéndolas en un molde deductivo.
2.
El pensamiento
informal puede tratar de criticar, evadir, burlar o rodear los principios
formales. La aplicación de los principios formales es siempre un asunto
potencial de negociación informal.
El
pensamiento informal parece que reconoce la existencia y la potencia del
pensamiento formal al tiempo que mantiene voluntad propia, sigue su propio
camino, pasando inductivamente de lo particular a lo particular, dejándose
guiar por lazos asociativos.
Consideremos
el silogismo: todo A es B, C es A, luego C es B. Éste es un patrón compulsivo
de razonamiento, que emerge de nuestro aprendizaje de ciertas propiedades
físicas elementales, como el que unas cosas contengan a otras. Esta simple
situación suministra un modelo del patrón general que se considera formal,
lógico y necesario. Los principios formales aprovechan nuestra proclividad
natural a extraer conclusiones; por eso, cuando los empleamos, pueden ser tanto
aliados valiosos como enemigos importantes.
Quizá
aquello designado por la letra C no sea realmente un A, o quizá no todas las
cosas consideradas como Aes sean realmente Bes. En general, habrá que
establecer distinciones, redefinir límites señalar y explotar similitudes y
diferencias; desarrollar nuevas interpretaciones, etc. Este tipo de negociación
no pone en cuestión la propia regla del silogismo. Esa regla está arraigada en
nuestra experiencia del mundo físico y tendremos que concederle algún ámbito de
aplicación; quizá más adelante hayamos de recurrir a ella. Lo que sí se puede
negociar es cualquier aplicación particular de la regla.
El
pensamiento informal, por tanto, hace un uso positivo de los principios
formales, así como también necesita burlarlos o rodearlos. El pensamiento
informal es, a la vez, conservador e innovador.
La
idea de que la autoridad lógica es una autoridad moral corre el riesgo de
desatender los elementos más dinámicos del pensamiento lógico. Podría decirse
que la autoridad, en tanto que algo que se da por supuesto, está en un
equilibrio estático que contrasta con la otra imagen de equilibrio dinámico.
Esa aceptación estática puede ser una forma más estable y compulsiva de
autoridad, pero dicha estabilidad también puede verse perturbada.
Para
algunas personas y en algunas circunstancias, los preceptos morales o legales,
por ejemplo, se pueden internalizar como valores cargados emocionalmente que
controlan la conducta. En otros casos, estos preceptos pueden aprehenderse
simplemente como elementos de información, como cosas a tener en cuenta cuando
se va actuar y se quieren prever las reacciones de los otros, La concurrencia
de estos dos modelos de influencia social en las matemáticas no puede sino
fortalecer su similitud con otros aspectos de la conducta.
Cuanto
más formalizados estén los principios lógicos en cuestión, más explícito y
consciente es el proceso de negociación; y viceversa, cuanto menos explícitos
son los principios, más tácita es la negociación.
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