Marx: la Crítica de Hegel y los Manuscritos
El
primer concepto de ideología en Marx está determinado, no por su oposición a la
ciencia, sino por su oposición a la realidad. Lo que Marx se propone es
determinar qué sea lo real. Esta determinación afectará el concepto de
ideología puesto que ideología es todo aquello que no es realidad. En sus
primeras obras se inicia el difícil progreso hacia la identificación de
realidad y praxis humana. Éstas representan un movimiento hacia esa
identificación de realidad y praxis y, en consecuencia, hacia la constitución
de la oposición entre praxis e ideología.
Un
aspecto principal de su concepto marxista de ideología es su liberación de una
antropología feuerbachiana. La pugna de Marx por liberarse de la antropología
de Feuerbach es sumamente significativa porque mientras el concepto de realidad
humana como Gattungswesen (esencia genérica), como ser de la especie, no habrá
reducido a la praxis empírica, el concepto de ideología mismo no habrá recibido
su contrario apropiado y tampoco en consecuencia su propio contenido apropiado.
Como una progresiva reducción del Espíritu (Geist) hegeliano mediante el
concepto feuerbachiano de ser de la especie al concepto de praxis propiamente
marxista. Lo que Marx considera una crítica ideológica de un concepto: la
crítica es una reducción, una reducción del concepto a su base, a su base
concreta de existencia. Ésta es la dificultad del concepto marxista de
ideología:
·
Por un lado, la
ideología queda excluida de la base concreta de existencia pero,
·
por otro lado,
la ideología es generada ineluctablemente desde el seno de esa base.
El
autor examinará el movimiento progresivo en los textos de Marx, movimiento que
muestra el desarrollo de su concepto de ideología alcanzado sólo en su libro La ideología alemana.
Marx
inicia escribía en una introducción la famosa afirmación: “En el caso de
Alemania, la crítica de la religión está esencialmente completada; y la crítica
de la religión es el requisito previo de toda crítica”. Marx se refiere
directamente a Feuerbach, de manera que en Marx la crítica de la religión es
algo ya cumplido. Considera que esta crítica ha sido completada y que por lo
tanto él no tiene necesidad de volver a ella. Aquí tenemos el modelo de toda
crítica de la ideología. El primer concepto de ideología en Marx está
construido precisamente de acuerdo con este modelo. Algo se ha invertido en a
conciencia humana y nosotros tenemos que invertir la inversión; tal es el
procedimiento de la critica.
Marx
tiene un concepto muy abstracto de la realidad humana: “La religión es a
fantástica realización del ser humano porque el ser humano no ha alcanzado una
verdadera realidad”. Este texto es típicamente feuerbachiano. Todavía no es
marxista. Aquí ya hay cierto desplazamiento hacia las condiciones sociales que
hacen realmente posible la realidad humana. Si bien Marx transfiere el problema
desde la esfera de la representación a la esfera de a producción, todavía la
producción es una cuestión de “autoconciencia”, de “conciencia del mundo”, de
“autoestima”, nociones todas que implican un concepto idealista de conciencia,
un resto del Espíritu hegeliano; la conciencia es el lugar apropiado porque es
allí, según Marx, donde tiene lugar la fabulosa producción, la “fantástica
realización del ser humano”.
Marx ya formuló sus oposiciones principales
valiéndose de un tipo de pensamiento y hasta de una retórica que son notables.
“La crítica arrancó las flores imaginarias de la esclavitud, no para que el
hombre soportara sus cadenas sin fantasía o consuelo, sino para que abandonara
las cadenas y recogiera la flor viva”. La flor viva de la vida real es
yuxtapuesta a las flores ilusorias, a los símbolos religiosos que tienen una
función meramente decorativa. La razón es todavía una importante contraparte de
la fantasía, invocar a la razón es apelar al racionalismo. Y esto es
típicamente kantiano por su lenguaje. “La religión es solo el sol ilusorio
alrededor del cual gira el hombre mientras no llega a girar alrededor de sí
mismo”. Los individuos humanos deben centrarse una vez más alrededor de sí
mismo. La orientación de Marx está aún a la sombra del idealismo alemán que
coloca la conciencia y la autonomía humanas en la cumbre del universo. El
último estadio de esta recuperación de la autonomía y de la autoafirmación de
la conciencia es una especie de ateísmo, es una ateísmo idealista puesto que la
autoconciencia humana es el centro de esta reafirmación del ser humano. Aquí se
expresa una antropología humanista.
Este
es pues el punto de partida de Marx que le ofrece a Feuerbach. Marx recoge un
problema que no fue él el primero en identificar, pero entiende que su tarea
particular es la de extender esta crítica desde la religión al derecho y a la
política. Pero, ¿por qué este desplazamiento de la crítica de la teología a la
crítica de la política, desde el cielo a la tierra? Porque para Marx, la
política alemana era anacrónica, especialmente comparada con la de Francia e
Inglaterra, países en los que ya se habían desarrollado revoluciones burguesas.
Marx
aplica esta idea de la “prolongación ideal” a las relaciones de los alemanes
con su historia. Es la misma estructura que Feuerbach aplicó al cristianismo en
su relación con el mundo occidental en general. En núcleo de la filosofía
anacrónica de Alemania, según Marx, es la filosofía del Estado, la filosofía
política, en particular la filosofía política de Hegel. Esta filosofía política
es la fuente que alimenta lo que Marx llamó “historia de sueños” de Alemania.
Si bien el vocabulario filosófico de Marx no es muy riguroso cuando equipara
expresiones tales como “mitología”, “histórica de sueños”, “imaginación” y
“prolongación ideal”, estas expresiones se refuerzan recíprocamente. Se las
emplea a causa de su poder acumulativo. Estas frases tienen un inequívoco poder
acumulativo.
Lo
que Marx ataca en la filosofía política es la filosofía especulativa del
derecho, en la cual pasamos desde la idea del Estado hacia sus componente. Para
Marx éste será el modelo del pensamiento ideológico, un movimiento que va desde
la idea a la realidad y no desde la realidad hacia la idea.
La
declaración de Marx representa un buen enfoque del concepto de ideología puesto
que la abstracción del Estado es una filosofía especulativa del derecho expresa
el hecho de que el Estado existente es él mismo una abstracción de la vida.
Aquí está operando una especie de ideología histórica. Una vez más se
clarifican las oposiciones: “pensamiento abstracto” versus “realidad”, “versión mental” versus “hombre real”; abstracción imaginaria versus lo que Marx llama el “hombre real” o el “hombre cabal”.
“Hombre cabal” deriva fundamentalmente el concepto de Gattungswesen de Feuerbach.
Marx
llega a la conclusión de que la única crítica que puede modificar la realidad
es una crítica ejercitada, no mediante palabras e ideas, tal como la crítica
por los hegelianos de izquierdas que son pensadores especulativos, sino una
crítica que incluya la praxis concreta. Marx afirma que esta crítica práctica,
concreta, sólo se actualiza cuando está apoyada por una clase de la sociedad
que representa la universalidad; transferida desde a esfera del pensamiento a
una clase real. El primer concepto marxista del proletariado se construye de
esta manera. El concepto abstracto, puesto que se dice del proletariado que es
la clase que no tiene intereses particulares y que por hallarse privada de todo
representa los verdaderos intereses de la sociedad como todo.
El
concepto del proletariado es abstracto de una manera que para el Marx maduro
será ideológica. El proletariado es una construcción abstracta; Marx reclama un
lugar para las necesidades de la clase universal, lugar que debe suceder al
ocupado por el pensamiento universal. Marx dice: “Una revolución radical sólo
puede ser una revolución de las necesidades radicales cuyas condiciones previas
y cuyos lugares de nacimiento faltan”. Este concepto de necesidad reemplaza al
concepto de pensamiento universal. La necesidad radical reemplaza el
pensamiento radical. La oposición es una oposición entre la actividad abstracta
de pensamiento y la lucha real. Este énfasis no lleva al famoso desarrollo de
una “clase con cadenas radicales” una clase que está en la sociedad civil y que
no es de la sociedad civil, un patrimonio que es la disolución de todos los
patrimonios, una esfera de la sociedad que tiene carácter universal. El
concepto es fundamentalmente una construcción abstracta: el proletariado
continúa siendo aún un concepto filosófico. Marx termina esta densa y fatigosa
introducción vinculando la emancipación real de toda la sociedad, su
“posibilidad positiva”, con una clase que sería una clase de cadenas radicales,
una clase “que no puede pretender a ningún título tradicional sino tan sólo
pretende un título humano…”. La idea abstracta de humanidad, tomada de Freuerbach,
es el continuo soporte antropológico de todo el análisis.
El
método de Marx está muy cerca del que aplicó Freuerbach a la religión: es un
método reductivo, una reducción del mundo abstracto de la representación, de
pensamiento, a su base concreta, empírica; representa un vuelco de la
representación mística. El modelo freuerbachiano expresado en la lógica de
Hegel. Mientras en la realidad la humanidad es el sujeto y lo divino es un
predicado, la religión transforma este predicado divino es un sujeto, en un
Dios y lo humano se convierte en un predicado de este sujeto absoluto. El
problema que afronta el joven Marx es saber quién es el sujeto real. La tarea
de Marx consiste en lograr en su crítica de la filosofía lo que Freuerbach
logró en su crítica de la teología: restablecer la primacía de lo finito, de os
concreto, de lo real.
Nosotros
deberíamos ser más cuidadosos que Marx en cuanto a determinar lo que Hegel
quiere decir con la expresión “ideal real”. Hegel llama wirkliche a la ideal real, verdadera, pero ¿en qué sentido? No en
sentido de lo empírico, sino en el sentido de lo operante, de lo efectivo. De
manera que en Hegel, la idea “ideal real” no es ni un ideal, como en Platón, ni
algo empírico y dado como para Maquiavelo; es antes bien algo que opera a
través de la historia como un germen, algo que tiene realidad y racionalidad.
La idea no es un ideal, sólo la familia y la sociedad civil son ideales en el
sentido de que son abstracciones de esa entidad concreta que en Hegel es el
Estado entendido como encarnación institucional de Volksgeist.
Pero
Marx no reconoció este carácter tan complejo de la idea de Hegel, para él
hablar de wirklice Idee, la idea
real, la idea verdadera, es proyectar algo a algún lugar que está por encima de
nosotros, como espíritu real infinito o Espíritu. Dice Marx, las instituciones
reales de la vida humana real se convierten en meros receptáculos o apariencias
de la idea, en encarnaciones de una realidad ajena que flota por encima de
ellas.
Marx
toma el comentario de Hegel como una especie de texto poético, como algo que
debe ser traducido. Marx intenta hacer una reducción a la economíaa política,
sino que lo es a la experiencia ordinaria. La experiencia ordinaria nos dice
ella misma que el Estado no es (como lo era para Hegel) una encarnación de la
“idea real”, sino que en realidad los ciudadanos viven en Estados que tienen
censura, tortura, etc. El movimiento va desde la idea a la experiencia
corriente, aun cuando ésta no esté todavía colocada dentro de un nuevo marco
teórico.
La
palabra empleada aquí para designar existencia es Dasein, que significa, lo que
está allí. En contraste con lo que solamente es pensado, Marx subraya lo que
está realmente allí. El parentesco con Feuerbach es evidente. Marx no tiene
ninguna dificultad en transponer su propio lenguaje en el de la relación de
sujeto y predicado. El concepto de inversión que yo considero central como hilo
conductor de todos estos análisis. Una vez más nos encontramos ante la
inversión de una inversión.
Aunque
la palabra ideología no aparece, la ideología significa ya esta inversión de la
realidad. Las implicaciones de esto no son tan evidentes en la medida en que la
contrapartida de la ideología continúa siendo aún algo abstracto: aquí la
familia y la sociedad civil aparecen como fuerzas activas. Marx se concentra
principalmente en la noción de inversión. Él mismo termina su discusión con las
siguientes palabras: “Todo el misterio de la Filosofía del derecho y de la
filosofía hegeliana en general está contenido en estos párrafos”. La Crítica establece tanto el paradigma de
la inversión como el método transformativo que Marx habrá de utilizar de manera
cada vez más concreta a lo largo de todo el desarrollo del concepto de
ideología.
Los
Manuscritos, lo mismo que la Crítica, no tratan directamente el
concepto de ideología. En el índice alemán de conceptos, la palabra “ideología”
ni siquiera aparece. Los Manuscritos,
tienen interés no porque describan el concepto de ideología sino antes bien por
la elaboración del concepto opuesto, la elaboración de lo que constituye la
base concreta de la vida humana opuesta a la construcción ideológica. El
concepto de ideología no quedará completado hasta que no sepamos aquello a lo
que lo oponemos, aquello con lo que debemos contrastarlo.
En
los Manuscritos es decisiva la pugna
de Marx contra el concepto feuerbachiano de Gattungswesen, el ser de la
especie. Si el concepto de ser de la especie es una construcción abstracta,
debe ser considerado él mismo como ideológico. La ideología alemana de Marx
atacada allí ya no es la filosofía de Hegel: la crítica de Hegel ya ha sido
hecha y ha terminado, Marx ataca eb cambio precisamente a los hegelianos de
izquierda, entre los cuales se encuentra Feuerbach. De manera que se produce
una división en el ala izquierda del hegelianismo. El concepto de realidad que
suministra el contraste básico frente al concepto de ideología permanece, por
lo tanto, incierto mientras el ser de la especie de Feuerbach no haya sido
desenmascarado y mostrado como un concepto de sombras y, a decir verdad, como
una mera y pobre reformulación del Espíritu hegeliano, del Geist hegeliano.
En
La miseria de la filosofía, Marx dice
que Feuerbach es en definitiva más pobre que Hegel. Y esto es cierto en la
medida en que Hegel es seguramente más rico que Feuerbach en cuanto a
contenido. La crítica de la religión y la clase de ateísmo propiciada por
Feuerbach son en un sentido fundamental la culminación del pensamiento
idealista. Asignan a la conciencia humana poder divino. La autocoenciencia se
convierte en la portadora de todos los predicados desarrollados por la cultura,
la autoconciencia es el primordial concepto idealista. En Feuerbach, todo
ocurre en el interior de la conciencia humana, tanto su alienación como su
emancipación; todo ocurre, por lo tanto, en el campote las ideas, en el campo
de la representación. EN lugar de haberse abandonado la afirmación kantiana y
fichteana de la autonomía de la conciencia, se ha reforzado dicha afirmación.
La
afirmación de que el ser humano es la medida de todas las cosas es en
definitiva la afirmación central. El concepto de conciencia es por su
construcción abstracta un concepto ateo. La dependencia quizá sea a única
verdad posible de la religión. Todo lo que no sea autonomía es alienación, Para
hablar como Marx, en realidad el misterio aquí es:
1.
Cómo una
conciencia que se afirma así misma pueda perder su propio control, pueda tener
enajenado su control.
2.
Cómo es poder,
una vez enajenado, pueda volver a recuperarse.
En
los Manuscritos, Marx guarda una
relación ambigua con Feuerbach . Esa ambigüedad resulta especialmente aguda en
el empleo que hace Marx del concepto de ser humano. Nos dará la clave para
interpretar el texto de Marx. A veces Marx describe al ser humano como el
individuo viviente, pero al mismo tiempo también conserva las propiedades que
Feuerbach asigna al ser humano, es
decir, como portador universal de todas las cualidades concebibles y de la
representación ideal de éstas. Para Feuerbach, el ser humano como ser de la
especie es infinito, en tanto que los individuos son sólo sus expresiones
finitas. Feuerbach reunión y
concentró en el concepto de ser humano el conjunto de todos los predicados de
perfección y manifestó que este conjunto de perfección es al mismo tiempo un
sujeto que se afirma a sí mismo. Feuerbach vacilaba entre un superidealismo concentrado en el ser
humano y una forma de materialismo filosófico.
Los
Manuscritos representan un intento de
Marx de naturalizar y de disolver desde adentro este humanismo feruerbachiano y
todas sus resonancias idealistas. La relación del ser humano con la naturaleza
y del ser humano con el ser humano absorberá los predicados idealistas y Marx
dirá que estas relaciones son respectivamente naturales y genéricas. En los Manuscritos permite preservar la dignidad de un ser natural que es al
mismo tiempo el portador universal. Las relaciones intersubjetivas particulares
prestan apoyo a la básica función genérica; dichas relaciones alimentan el
sentido de ser de la especie o de esencia genérica. Esta interacción exhibe un
tono específicamente marxista de naturalismo.
Al
rechazar esta mezcla, los críticos que niegan la significación marxista última
de los Manuscritos tienen razón en
este sentido: algo fundamentalmente hegeliano gobierna todo el proceso de su
pensamiento, es decir, el papel de la conciencia al objetivarse y al negarse en
su producto. Los seres humanos se producen como objetos. Podríamos decir que en
la obra del joven Marx se da cierta reciprocidad: así como Marx sostiene que la
economía funda las orientaciones de la filosofía, del mismo modo la metafísica
alemana invade la propia pintura que Marx hace del proceso económico.
Debemos
observar en el joven Marx la persistencia de las categorías de sus
predecesores. Como lo hace más evidente en los Manuscritos donde manifiesta una fuerte conjunción, aún
indiferenciada, entre conceptos hegelianos, feuerbachianos y los que llegarán a
ser conceptos específicamente marxistas.
Conceptos
importantes de Hegel (como extrañamiento, objetivación) y Feuerbach (ser de la
especie, poderes genéricos) son reformulados aquí y colocados dentro de la
estructura del trabajo. El proyecto de Marx es una reconstrucción, una
reconstrucción filosófica, del
concepto de trabajo, Marx reconstruye el concepto de trabajo, no como un
fenómeno descriptivo, sino como un proceso que adquiere sentido por obra del
ser de la especie que se objetiva en una objeto en un producto y que luego se
reconoce a sí mismo en el producto; éste es el proceso de objetivación y enajenación.
Marx
está recapitulado un tema fundamental de la filosofía alemana. La idea de
vaciarse uno en algo diferente para convertirse en una mismo es un tema que se
puede rastrear desde Marx a través de Hegel hasta por lo menos la época de los
místicos alemanes, tales como Boehme. Lo que Marx llama “tratar esos poderes
genéricos como objetos” es continuación de una larga línea de la historia
alemana que refleja la función creadora de vaciarse uno mismo para reafirmarse
a sí mismo. La continuidad y la discontinuidad de Marx respecto de sus
antecesores intelectuales son, pues, en alto grado significativas. En los Manuscritos, conceptos hegelianos y
feuerbachianos tales como objetivación, realización, alienación y extrañamiento
se emplean sin mucho rigor para describir la estructura subyacente de la
relación de los seres humanos con su trabajo, con los productor de su trabajo,
con la actividad del trabajo, con los otros trabajadores y con el dinero que
priva a los individuos de la significación de su trabajo.
Al
abordar los Manuscritos podremos
estar preparados para identificar esa extraña mezcla de una metafísica de lo
universal procedente de Hegel, de una visión humanística del ser de la especie,
procedente de Feuerbach, y de la verdadera problemática marxista de los seres
humanos concebidos como trabajadores enajenados en su trabajo.
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