Ideología ilustrada contra ideología
romántica
El
enfrentamiento entre Kuhn y Popper representa un caso casi puro de la oposición
entre las que pudieran llamarse ideologías ilustrada y romántica.
Lo
que llamo pensamiento social ilustrado hace especial referencia a la noción de
contrato social. El mito del contrato social se corresponde con el mito de un
estado de naturaleza anterior a lo social. A veces, éste se concibe como un
estado más o menos salvaje del que el hombre es rescatado por la sociedad y,
otras veces, se presenta, de forma algo más elaborada, como el estado en el que
caeríamos si la sociedad se derrumbara. La concreción de estos derechos y los
modos de manejar la metáfora del contrato varían considerablemente, pero como
tema general es típico de los escritores del SXVIII.
Pero
el estilo metodológico del pensamiento ilustrado es más importante y sólido que
sus doctrinas sobre las leyes naturales. Podemos distinguir en él cuatro
características:
1.
Es
individualista y atomista: concibe lo global y colectivo como si fuera
equivalente a conjuntos de unidades individuales. Las sociedades son
colecciones de individuos cuyas naturaleza e individualidad esenciales no están
vinculadas con lo social.
2.
Este
individualismo está estrechamente asociado con un enfoque estático del
pensamiento. Las variaciones históricas son secundarias en relación con lo
intemporal y universal.
3.
La tercera
característica del pensamiento de las Luces; su reductivismo abstracto: los
fenómenos sociales particulares o los casos concretos de comportamiento
individual se calaran al ponerlos en relación con principios generales
abstractos, ya sean principios morales, de razonamiento, o leyes científicas.
4.
Se refiere al
modo en que se utilizan las anteriores, como el pensamiento ilustrado tiende a
tener un tono fuertemente prescriptivo y moralista; es un pensamiento que no
trata de ser vehículo de descripciones neutras sino un modo de que el deber ser reformista pueda enfrentarse
al recalcitrante así es de la
sociedad. El universalismo abstracto de las Luces permite mantener principios
generales y claros, cuya gran distancia de la realidad vale para poder
criticarla y para definir objetivos a conseguir.
En
el que puede llamarse pensamiento romántico no considera ningún entramado de
derechos naturales, contratos sociales o estados de naturaleza. Es la sociedad
lo que es natural. Las calculadas armonías del contrato social son reemplazadas
por las imágenes orgánicas de la unidad familiar. Las relaciones familiares
sugieren que los derechos, los deberes, las obligaciones y la autoridad no
deben distribuirse uniformemente, sino en función de las generaciones, rangos y
papeles. La justicia adopta con mayor naturalidad una forma autocrática que se
ajusta gradualmente a las variaciones de edad, responsabilidad y condición de
sus miembros.
El
estilo metodológico del pensamiento romántico puede contrastar punto por punto
con el del pensamiento ilustrado:
1.
No es atomista
no individualista; las entidades sociales se tratan como algo dotado de propiedades
especiales. Las distintas entidades sociales reclaman estudios independientes.
Los individuos sólo se entienden en su contexto.
2.
Lo concreto e
histórico es más importante que lo universal e intemporal. Las distintas formas
de reaccionar y adaptarse están condicionadas por el lugar, así como por la
creencia; es algo influido por la historia y que encuentra en la historia su
lugar de desarrollo.
3.
El pensamiento
romántico enfatiza la individualidad concreta: el caso particular.
4.
Es la
contrapartida de la tendencia normativa y moralizante del pensamiento
ilustrado. Se subrayan la globalidad, complejidad e interconexión de las
prácticas sociales. Tienden a considerar que los valores están íntimamente
ligados y mezclados con los hechos, que son inmanentes a éstos.
Popper
pertenece a la categoría de los pensadores ilustrados y Kuhn a la de los
románticos. Popper es individualista y atomista al tratar la ciencia como una
selección de teorías aisladas. Su unidad de análisis elemental son las
hipótesis teóricas individuales, y las características lógicas y metodológicas
de estas unidades. Se interesa principalmente por los atributos intemporales y
universales del pensamiento científico correcto. Puede verse un paralelismo
entre su concepción de la ciencia y el mito del contrato social. Popper
caracteriza dicha base diciendo que la comunidad científica toma la decisión de
aceptar ciertos enunciados básicos como hechos; esos enunciados son, en
realidad, hipótesis, como todos los enunciados de la ciencia. Los contratos y las
decisiones pueden construirse con demasiada facilidad como motivos y no como
procesos, como cosas sin estructura ni historia, como acontecimientos súbitos.
Los
aspectos románticos del análisis de Kuhn también son evidentes. Las ideas
científicas individuales siempre forman parte de una tradición de investigación
que las abarca como una totalidad. En su visión de la ciencia predominan los
elementos comunitarios y el carácter autoritario del proceso educativo que esos
elementos implican. No hay una separación neta entre los procesos lógicos y
metodológicos de falsación: se recurre a juicios intuitivos. Las tradiciones de
investigación no tienen constituciones escritas. El tono descriptivo del
análisis kuhniano son más implícitos que explícitos, también se ajusta al
estilo romántico.
La ubicación histórica de las
ideologías
Los
estereotipos responden a dos reacciones básicas (las de aceptación y de
rechazo) que se manifiestan ante los grandes acontecimientos sociales que
tuvieron lugar entre el final del SXVIII y los comienzos del SXX. Cuando están
en juego nuestros destinos e intereses, nos vemos abocados a reflexionar y
tomar partido de manera clara. Se invocan ideas como las Dios, el Hombre o la
Naturaleza para explicar las iniciativas que tomamos y para justificar las
situaciones en las que nos vemos envueltos o las acciones que nos sentimos
inclinados a emprender.
La
Revolución francesa de 1789 fue uno de los principales acontecimientos de este
tipo. La Revolución disolvió y atomizó las estructuras que articulaban el todo
social. Los pensadores reaccionarios de Gran Bretaña, Francia y Alemania
construyen su retórica y sus análisis precisamente como reacción contra estas
alarmantes tendencias. La razón con que contamos es el saber colectivo de
nuestra sociedad; las normas sociales.
La
costumbre tiene la inestimable ventaja, sobre la razón individual y
calculadora, de estar en armonía con la acción y genera continuidades. Uno de
los temas más interesantes de Burke es el de la simplicidad y la complejidad,
así como las conexiones que tienen ambas con las reglas que deben regir la
conducta humana. Quienes se limitan a propugnar simples leyes para dirigir
nuestros asuntos ignoran groseramente su oficio o desconocen sus deberes. En
Burke se representan muy claramente muchos de los aspectos del estilo romántico
de pensamiento. Quienes busquen cómo poder criticar la concepción popperiana de
la ciencia pueden sacar muchas ideas de él, de su desprecio reaccionario hacia
los descubrimientos, de su desprecio por la complejidad y su rechazo de la
simplificación, del papel que atribuye a la costumbre y a las ideas recibidas y
de su reflexión sobre la cohesión social frente al individualismo crítico,
origen de tantas divisiones.
El
énfasis por dividir, separar y distinguir es una característica típica de los
pensadores ilustrados: separan los valores de los hechos, la razón de la
sociedad, los derechos de las tradiciones, lo racional de lo real, lo verdadero
de los sostenido por mera creencia, lo público de lo privado. A Müller
entrelaza y reúne sistemáticamente todas esas categorías, destruyendo todo el
trabajo de distinción y acotamiento que es el sello de la clarificación propia
de las Luces. Desde un punto de vista práctico, los románticos toman la
división estructural de la sociedad como un hecho, mientras que los ilustrados
la disuelven en una homogeneidad atomizada.
La
idea central del romanticismo es de que una parte o elemento de un sistema está
en íntima unión con el todo. Las hipótesis científicas no son unidades de
pensamiento aisladas sino una especie de micro-cosmos del paradigma del que
forman parte. La intuición de la que surge una hipótesis no forma parte de la
vida privada del científico no, por tanto, debe tenerse como una cuestión
psicológica más que propiamente científica, ni confinarse, en consecuencia, en
un artificioso contexto de descubrimiento
más que en el contexto de justificación.
El proceso de creación es parte integral de la empresa científica como un todo
y no debe separarse de ella mediante un principio abstracto de demarcación.
Müller continúa aplicando su enfoque unificador a la relación del conocimiento
con la sociedad o de la ciencia con el Estado. Ambos no deben ser sino uno,
como el cuerpo y el alma.
El
pensamiento ilustrado está fuertemente representado en economía por los
partidarios del laissez-faire y los
economistas clásicos de la escuela de Adam Smith y Ricardo. Smith matiza su
defensa general de la libertad de contratación individual en cuestiones de
mercado aceptando que debe haber ciertas restricciones legales referentes a una
tasa máxima de interés en el préstamo de dinero. Smith cree que sin esa
limitación la mayor parte del dinero que se prestara iría a parar a manos de
“despilfarradores y promotores”. A lo que Bentham replicó: ¿y qué? Sin
promotores no habría progreso; y el riesgo que se corre forma parte de la
esencia misma de la actividad económica y de la creación de riqueza. El riesgo
intelectual que se corre pertenece a la esencia misma de la actividad
científica y de la creación de conocimiento. Bentham plantea que la gente debe
calcular por sí misma las pérdidas, ganancias y riesgos que van asociados con
las acciones que emprendan y afirma que el medio más seguro para alcanzar la
máxima satisfacción es dejar que cada individuo busque su máxima satisfacción.
Este individualismo corre parejo de un modo natural con la tendencia a
considerar la totalidad social como una mera suma de sus partes atómicas.
La
moralidad, para Betham, es análoga a los mecanismos del mercado. Es “la
naturaleza” la que nos ha situado bajo el placer y el sufrimiento. La razón, el
cálculo, la simplicidad y la inteligibilidad son temas centrales en el
pensamiento de las Luces. Bentham reconoce que esa representación racionalista
es una abstracción, pero una abstracción que considera necesaria.
Las
teorías de los economistas clásicos desembocan de lleno en lo que suele
llamarse darwinismo social. Se fundamenta en la concurrencia económica
individual y la pone en relación con la necesidad natural de la lucha, del
esfuerzo individual y de la supervivencia de los más aptos y la eliminación de
los débiles e ineficientes. La teoría de Popper sobre la “refutación estricta”
es darwinismo social en el campo de la ciencia, una afinidad que matizará en
sus últimos trabajos.
Las
teorías económicas abstractas y universales debían reemplazarse por un tipo de
análisis que prestara la debida atención a las diferentes condiciones
económicas de los distintos momentos y lugares; y así nació la escuela histórica de economía. Cuyos
principios historicistas se adecuaban estrictamente al estereotipo romántico:
la economía debía ser una rama de la historia y de la sociología, que situara
la actividad económica en su contexto social y no la tratara de un modo
abstracto y universal. Wihelm Roscher esbozó el programa de la escuela
histórica según las siguientes líneas:
1.
La economía
política es una ciencia que sólo puede explicarse en estrecha relación con
otras ciencias sociales.
2.
Un pueblo es
algo más que una masa de individuos, por lo que el estudio de su economía no
puede basarse en una mera observación de las relaciones económicas del momento.
3.
Para poder
obtener leyes a partir de muchos fenómenos debe compararse el mayor número
posible de pueblos.
4.
El método
histórico se abstendrá de alabar o censurar las instituciones económicas.
En
los campos de la jurisprudencia y la legislación también se hizo sentir esta
misma polarización ideológica entre la ilustración y el romanticismo. Bentham,
afirmaba que la “legislación, que hasta ahora ha descansado principalmente en
las arenas movedizas del instinto y la costumbre, debe situarse por fin sobre
la base inmutable de los sentimientos y la experiencia”. La consigna de Bentham
era la “codificación”.
La
oposición de los modelos ilustrado y romántico también se manifiesta en el
campo de la teoría moral. La moral utilitaria del radicalismo filosófico fue combatida ferozmente al final del SXIX
por los idealistas ingleses. Bosanquet despreció la idea de que las acciones
pueden basarse en cálculos o derivarse de principios utilitaristas abstractos,
lo que no puede llevar sino a la hipocresía. Los principios morales tampoco son
universales, pues la esencia de la moralidad está en las diferencias. Bosanquet
ataca el planteamiento individualista de Bentham, sobre el compromiso político,
recuperando la noción roussoniana de la “voluntad general” de una sociedad para
oponerse a la idea de que la voluntad es un fenómeno individual y hedonista.
Eso que está por encima de los individuos y se les impone viene, tanto para
Bosanquet como para Durkheim, de algo que es exterior a los individuos mismos y
más grande que ellos.
El
carácter sistemático y penetrante de la oposición ideológica entre dos
conjuntos de valores y dos estilos o modelos de pensamiento. Aunque esta
oposición no era ciertamente estática sino que el equilibrio de fuerzas entre
las representaciones en pugna variaba según los momentos y lugares. Tampoco es
una conexión simple la que se da entre los pensadores individuales y ambos
estilos de pensamiento, que por usarse frecuentemente en polémicas tendían a
presentarse como casos puros. Así, Burke fue un liberal en lo económico pero un
conservador en lo político. Bentham empezó como un político conservador opuesto
a la idea de los derechos humanos.
Los
estereotipos representan agrupamientos típicos de ideas, agrupamientos que
naturalmente no les parecen verdaderos a quienes se oponen a ellas, aunque
quienes los mantengas estén más cualificados y sean más exigentes. Para
completar el resumen de las similitudes estructurales entre Popper y Kuhn, por
un lado, y las ideologías ilustrada y romántica, por el otro, estableceré
ciertas semejanzas de contenido que revelan sus metáforas sociales subyacentes:
1.
La teoría de
Popper es antiautoritaria y atomista, mientras que la de Kuhn es autoritaria y
holista.
2.
La teoría de
Popper sobre la unidad racional de la humanidad y el libre intercambio de ideas
contrasta con la condición de cierre intelectual propia de un paradigma y con
la riqueza especial de su lenguaje propio.
3.
La antítesis
entre el ansia de codificación y de claridad de Bentha, y el papel que Burke
atribuye a la tradición se corresponden con la legislación metodológica y la
delimitación de fronteras en Popper y el énfasis kuhniano en el dogma, la tradición
y el juicio.
El vínculo entre los debates
epistemológicos y los ideológicos
Hay
una estrecha semejanza de estructura y contenido entre dos posiciones
epistemológicas importantes y una serie de debates ideológicos ligados entre
sí. Lo que queda por estudiar es el mecanismo de transferencia de ideas de un
ámbito al otro. En el ritmo pausado de las experiencias sociales y a través de
la búsqueda de modelos y estructuras de comprensión, los dos arquetipos se van
instalando en cada uno de nosotros hasta constituir un fundamento y una fuente
de recursos para nuestro pensamiento.
Los
significados de las palabras están indisociablemente cargados de asociaciones y
connotaciones, que siguen ciertas pautas o ligan entre sí ciertas ideas y
experiencias mientras que rechazan o disocian otras, como bien lo señala
Raymond Williams. Esos arquetipos sociales que parecen influir en las teorías
del conocimiento que estamos considerando ¿no los tenemos ya interiorizados, a
través de nuestra propia experiencia social y lingüística en la vida cotidiana.
El
vínculo entre las ideologías sociales y las teorías del conocimiento no es,
pues, ningún misterio sino una consecuencia completamente típica y natural del
modo en que vivimos y pensamos. Las ideologías sociales son tan penetrantes que
estructuran nuestros conceptos, y es casi imposible evitar que las empleemos
continuamente como metáforas implícitas.
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